viernes, octubre 17, 2003

CRONICAS DEL AIRE VIII - 1

/Primera entrega? Si, en efecto, no hay engaño. La cuasicosa con la que edito estas cronicas parece que solo me permite hacerlo - con un minimo de legibilidad- a retazos. ¡Cuanto presumir y que poco somos! I am sorry.


VENTO

Passageiro livre e intrépido da natureza
Veí­culo do perfume das flores
Música e ritmo das palmeiras
Escultor mutante das nuvens
Semeador sábio da terra
Alma crepitante do fogo
Amante carinhoso das águas
és, a un tempo, a ira do demonio
e, de outro, sopro divino dos deuses.

José Eduardo Mendes Camargo



Junto a las flores frescas de todos los días hoy he encontrado sobre la cómoda de mi habitación una Biblia: flexible y verde, manejable, de fino papel, encuadernada en guaflex y con ese aroma libidinoso propio de los libros recién horneados; una cintilla con los colores de la bandera portuguesa hace las veces de marcapaginas. Herr Dürr, que entra descalzo y por sorpresa desde la terraza, cuenta que es obsequio de las damas inglesas. Un obsequio generalizado, puesto que todos los de la planta hemos recibido una. De momento me abstengo de cualquier comentario; leo una carta (si, todavía existe el modo postal de comunicación, ese en el que es exigible tener buena letra, una lengua larga y húmeda para pegar sellos y una fe infinita en el servicio de correos) en la que un amigo me informa sobre los vidrieros españoles que en el s.XVIII construyeron termómetros , fijos y portátiles, con graduaciones de Farenheit y Reamur. Cuando levanto la vista observo que a mi colega parece faltarle en la mano derecha un dedo, el de hurgar en la nariz concretamente. Esto es porque le trae, eso si, limpio de polvo y moco, entre las paginas de un libro pesado y grandote, con la tapa de colores tan rabiosos y nítidos que refulge deslumbrante al sol de otoño.

Ya os he contado en posadas anteriores que Herr Dürr es un fino y paciente pintor de cuadros - "entretenido copista de clásicos y desclasificados", como le gusta a él decir- , lo cual que tiene un montón de libros en los que se reproducen las obras de los pintores más afamados, memoria suficiente para asociar temas y autores, tiempo sobrado y ganas, locas ganas, de lucir todas estas galas. Yo no me opongo a ello, así que le he comisionado para que se haga cargo de las ilustraciones de un proyecto sobre física y ferrocarriles que tengo entre manos... Pero sigamos con Herr Dürr, que aparta con un pie una cesta cubierta con un paño que hay junto a la cama y, con no poca algarabía por parte del somier, se deja caer, demoledor, sobre el impoluto edredón exornado con figuras alucinantes e imposibles. Escribo -en ese periodo- sobre el "fenómeno de la adherencia entre rueda y carril" y le digo que sí­, que la estampa del tren que me muestra, aunque poco real, bien puede ajustarse a mis planes. Me dice que la estampa es hija del afortunado pincel de Wassily Kandinsky. Le digo que es otro tipo de dibujitos el que me interesa y me mira enfurruñado. Finalmente en compensación por la pesquisa me "exige" un pelotazo de un cordial espirituoso, elaborado en el interior del profundo Tennessee, que guardo en la mesilla bajo llave . Luego, después del primer trago, me dice que no me muestre con sus esfuerzos tan despectivo y frío, que la mala hostia que gasto la ponga más, mucho más, en luchar contra el latrocinio ese del canon, o, en su defecto, para desenmascarar a la gallofa parlante que lo reindivica y aplaude. Tal que los picaflores oportunistas a los que sus mamas, solo sus mamas, llaman abogados (titularles de "letrados" hasta para corazones tan predispuestos y dadivosos resulta excesivo. Digo yo que será porque que les conocen y...); los afiliados al gang desahuciados por la historia y por su falta de calidad desbordante; los cuentistas que se exhiben como cronistas de un lumpen limpio y pijo y uniformado; los lameculos de subvención fija o el vacío, esa panda lamentable que si no fuese por el amiguismo - me niego a darle otra interpretación- no tendría que hacer ni regalando papelinas; a los medios de comunicación esclavos y ecolalicos que ladran cuando lo ordena el amo y, como no, a los directivos de la S.G.A, cursilindos agiotistas de empolvadas mejillas con í­nfulas de superioridad y afán por robar lo que no son capaces de ganar.

A todos ellos y sin espí­ritu de burla, Q.L.D.M. Que les den morcilla, si, pero morcilla de esa que dejan por la calle los perros de Sevilla.

Y para acabar este obligado retazo, sin tener que partir por las bravas lo que en puridad sigue, un epigrama sobre la mentira de uno de los hermanos Argensola, seguramente de Lupercio:

Destruya Dios las lenguas mentirosas.
que afirman por un cuarto que los ajos
huelen mejor que las pintadas rosas;
que son blancas las plumas de los grajos,
y que los cisnes que el Calisto cría
las tienen de color de escarabajos.


Bueno, gente, salud y hasta otro rato.
Publicado por Don Gaiferos en 8:04 p. m. |  
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