miércoles, junio 09, 2004

Gente de la Hélade

(Oda a los falsos)

Vosotros los ruines, los mediocres,
los que tenéis el alma carcomida
por los siete pecados capitales,
sois dignos de este cuento.

En vuestras voces huecas resplandece
el vinagre esquelético y mugriento
de un mísero betún de gasa fría
para la piel esquiva del gusano.

Sois muertos sin nacer al sol radiante,
hijos de nadie, padres sin especie,
sombras sin apariencia, humo en polvo,
desolados fantasmas sin sonido.

Por vosotros la tierra está podrida
del mineral estéril de la baba
que va pringando el aire más reciente
con su humedad de corcho renegado.

Por vosotros la sangre se desgarra
y se envenena el beso de la espiga
y la ceniza puebla las ciudades
donde el fuego y el pájaro enmudecen.

Por vosotros, fachadas sin figura,
cuerpos sin fondo, almas sin espíritu,
se desmorona el mundo paso a paso.
escombro arruinado en la mentira.

Sois dignos de ocupar un trono hueco,
un reinado polar de ciego frío,
un espacio mortal de indiferencia
donde nadie recuerde vuestros nombres.


Manuel Molina en «Versos en la calle», Alicante, 1955.


Entre los que cambian de opinión también anda el Señor.

Escribía una cosa que titularé “El ángulo no pude trisecarse pero él no lo sabe”, cuando mi vecina me dió una voz por la ventana. Me asomo. Esta recogiendo unas chinelas verdes con pompones dorados y me pide que me pase por su casa. Mi vecina se llama Lore, tiene cerca de ochenta años, es notoriamente sorda y vive sola. Son las once de la mañana y el gato sestea sobre una caja con especies vegetales que he recolectado en la última correría campestre. La puerta de Lore está abierta, entro e, instintivamente, abro la boca para que mis pobres capricho va rotando. Bueno, como lo hace de mañana, bien puedo considerar que hay peores castigos vecinales. No la veo, así que apago el vídeo y me tomo la molestia de buscarla; está en el dormitorio, intentando sacar con la cacha algo de debajo de la cama. Me echo cuerpo a tierra y observo que se trata de un puto caramelo. Cuando se lo entrego y mientras protesto, alto y claro, ella acerca la oreja pero no se entera de nada. Es como si le hablara desde la Luna. Las conversaciones que sostengo con mi vecina son demenciales: no aptas para cardíacos, como apunta a menudo mi esposa. En realidad de tantos guiños y visajes como hago salgo de su casa con dolores en la cara. Loren es tan menuda que creo poder abarcarla con una mano, huele a maquillaje rancio, luce una redecilla que le cubre el cabello, largo, ralo y de color indefinido, va descalza y lleva sobre los hombros una "cosa" disparatada que me retrotrae a una película muda de los alegres años veinte. Como me hace sentar y me regala con un puro y una cerveza se que va a pedirme algo. Así es, que no acabo de quitar un libro* de la butaca para sentarme, cuando Lore me mete una nota por los ojos. Entonces se la va el oremus y empieza a hablarme en alemán, porque desde 1950 y hasta que se jubiló, Lore trabajo sin interrupción en una imprenta de Maguncia, lo cual se deja ver en las magnificas traducciones** de artículos que, cuando se lo pido, me hace. Esta vez quiere que, si salgo (de sobra sabe que lo haré), cobre un cheque; pague un par de menudencias que tiene pendientes; compre comida para Piolin y Pertur , sus atronadores canarios; recoja un edredón de la lavandería, selle un boleto de la loto y coja un aerosol*** en la farmacia. Tareas como estas las suelen hacer mis hijos, pero resulta que hoy están a lo suyo, ocupados en asuntos que me son del todo extraños. Al irme pongo el vídeo en marcha y observo que reproduce una de sus películas favoritas, una que de tantas visitas como hago a su casa reconozco con los ojos cerrados.

En la pantalla una gachí denguera con nombre melosamente silvestre sufre como un alifafe y lloriquea por no se que mariconada. Es una película interminable, de mucha guerra y muchos negros que curran un huevo, encienden hogueras y cantan y bailan a su alrededor por no llorar o descrismar a alguien. Si colegas, esa en la que también sale un pisaverde muy corrido, vamos, un rompebragas con bigote como procesión de hormigas y orejas de velero. También hay una zurrona (me parece que la protagonista) encoñada hasta no más con una parcela muy grande que antes de un incendio se ve que había sido de su padre, que era un gordo que trabajaba mucho y no se sabe como podía con tanto: los lunes cogía el hombre una turca; los martes, una mona; los miércoles, una jumera; los jueves, una tranca; los viernes, una papalina; los sábados, una tajada; y los domingos, como era irlandés e iba a misa, antes una moscorra, y, después, como penitencia, un tablón de mucho peso. Acordaos, hombre, que la pindonga protagonista, va de barragana sacramentada de muchos tíos; primero, por despecho de amores, con un mierda medio tísico que va a la guerra y a los cuatro días las palma de una cagalera. De la pájara esta, está enamorado el de las orejas grandes, pero ella ni puto caso, puesto que pone varas al marido de Melania, la del nombre asilvestrado que dije antes, que es un calzonazos y un pichafloja y vive en las putas nubes. Pues bien, resulta que la golfa esta se casa después con un memo que era novio de su hermana y era tendero y tenia dinero, pero poco. Al cagalaolla este le matan por hacerse de una banda de subnormales que se ponían una sabana por encima y salían por ahí a putear negros: cortarles los huevos, sacarles los ojos, quemarles el ojete, colgarles y naderías de esas. Para entonces me parece que vivía en la ciudad, en casa de una parienta que era muy relamida y estaba como una puta chota. A estas alturas de la película es cuando sale la única mujer con buen corazón de toda esta mierda: una que tenía una casa de putas y era amigueta del orejudo. Luego viene lo mejor, cuando la zorra, para salvar la finca, que tenia una higuera, o lo que fuera, bajo la que un día juro comer en adelante tortilla de patata, jamón, pollo y cosas buenas de esas, pretende casarse con el de las orejas, que me parece tenia un montón de pasta. No estoy muy seguro, pero me parece que en principio él no acepta. Ah, se me olvidaba, en la peli también sale una negra muy gorda que tenía dengue, llevaba faldas tiesas como la uralita y hacia pijadas con los ojos. Pero lo que mas me gusta es cuando parece que va a morir la Melania esa, creo que por olvido, porque el médico la había dicho que no debía follar, y ella no le hizo caso o se olvido. Recuerdo que las pasó muy putas y quedo muy jodida cuando dio a luz, e iba recién parida en un carro por entre las llamas del incendio ese que os dije con el de las orejas, la tusona y una negra que no valía un pijo y lloraba mucho y era tonta del culo porque tenia miedo a las moscas y a las vacas, cuando el orejudo, que en realidad era un tío cojonudo (irónico, enérgico, práctico, tolerante, desencantado...), harto de la compañía, se inventa una bola inverosímil y, al llegar a un puente, echa al trío de lelas a tomar por el culo. Luego me parece que es cuando la maturranga (en puridad la peli es un catálogo impagable de damiselas nauseabundas, remilgadas, meapilas, vanidosas e hipócritas; la única que sale bien parada es, como antes dije, Belle, la amiga del soplilludo) de las narices llega a la finca, y, a falta de negros a los que desangrar, se hace con una cuerda de míseros prisioneros de guerra. Deben de pasar muchas más cosas, pero como veo la película a saltos, únicamente recuerdo a la pilingui bebiendo Chanel para que el orejudo no se percatara de que, a hurtadillas, se bebía hasta el agua de los charcos.

*(Libro).- Por curiosidad, únicamente por curiosidad, he vuelto a casa de Lore para rescatar el título. Como la portada era bastante llamativa no he tenido problemas para encontrarle a la primera. Es este:
Anger (Kenneth).- «HOLLYWOOD BABILONIA».- colección andanzas, TUSQUETS EDITORES, 6ª edición. Barcelona 1987. Traducción de Jorge Fiestas.

**(Traducciones).- Sobra decir que la mayoría de las cosa que me ha traducido son artículos técnicos a los que, por trabajar donde trabajo durante tantos años, no les sobra ni falta absolutamente nada. En realidad ha compuesto y revisado más libros técnicos de los que yo pueda leer en la vida. Si la enjuicio como excelente traductora es porque, dándole en mano, un articulo original de Günther Grass y su paredro en castellano, ha sabido extraer del original alemán matices que al traductor español le han debido de traen al fresco. Servidor, lector del "espeso" Grass, puede recomendar en castellano: “El tambor de hojalata”; “El gato y el ratón”; “Años de guerra”; “Anestesia local”; “Diario de un cazador”; “El rodaballo”, mi favorita; “Partos mentales” y “La ratesa”.

***(Aerosol).- Para que no queden dudas voy a diferenciar algunos términos utilizados en farmacia, que es lo mismo que decir en terapia respiratoria.
Aerosol.- Suspensión de partículas finas de un agregado (líquido o sólido) en una atmósfera de gas.
Atomizador.- Generador de aerosoles dispuesto para producir una pulverización, cuyas partículas, dentro de las especificaciones de su propia construcción, no tengan tamaño constante.
Nebulizador.- Generador de aerosoles diseñado para producir partículas con tamaño dentro de la gama terapéutica, a fin de que se depositen en las vías aéreas.
Humidificador.- Mierdecilla usada para aumentar la cantidad de vapor de agua presente en el aire. La mayoría de los que se ofertan son una auténtica puta mierda. Para humidificar una habitación no hay nada mejor que fregarla con la fregona poco escurrida. Los demás recursos no los cuento porque siendo tan simples suenan a estúpidos.
Hospitalariamente podríamos citar suministradores de oxígeno, cánulas, catéteres, mascarillas, etc. Ah, por cierto, coger un libro de física y repasar el "efecto venturi".


Sin gran cosa que hacer, una vez realizados sin pena ni gloria los encargos encomendados, eché un rato con un par de amigos y me dirigí a la Estación de Autobuses, atestada a esa hora de viajeros, vividores de medio pelo, buscarruidos y mercachifles del Africa Subsahariana. Por el fétido túnel de entrada, sito en un edificio mas digno de la piqueta que de cualquier alabanza, los pasajeros arrastran maletas y bolsas a las que un par de policías no quitan ojo de encima. Una rumana con un crío a caballo sobre la cadera me pide dinero; la doy unos céntimos e inmediatamente les ingresa en el trasero del muchacho. "Cosas veredes, Sancho". Un tipo con una pata de palo pretende venderme una ristra de ajos. Una falange de escolares hinchan a pulmón un globo con forma de dinosaurio grande como un caballo. En la dársena central flota un fuerte olor a combustible; llega un autocar y el conductor me hace una seña inconfundible. En el bar un tipo con un acordeón a las espaldas se trinca una cerveza de un trago, en tanto observa a una gorda que abronca a su teléfono móvil. Me coloco frente a la plancha y doy un par de codazos para hacer sitio a mi amigo que, en ese momento, entra con un paquete que debe entregarme en la mano. Los conductores de autobuses son un servicio de mensajería excelente. Al poco, cuando salgo a la calle, observo que en la marquesina del bus urbano han colocado un par de carteles que aluden a una película sobre la guerra de Troya.

O sea, que dejo de lado y sin mucho esfuerzoEl bobo, el gallo, el parapsicólogo y la botella de mezcal”, la posada que pensaba ofreceros, y cine e historia habemus.


«Beware of Greeks bearing gifts»

Esto de la guerra de Troya fue cosa de los señores griegos. De unos señores griegos muy antiguos. Para mi quien mejor cuenta las hechizantes aventuras de esta cuadrilla panteísta de descerebrados no es Hesíodo, ni Apolonio de Rodas, ni Esquilo, ni Homero, ni Pindaro..., sino Cunqueiro, don Alvaro. Pero es que a Cunqueiro yo me lo imagino sin esfuerzo con burras zamoranas (1) de reata, pregonando quincallería en Itaca, tratando con monseñor Ulises y vendiéndole, de tapadillo, un "ciprianillo" en el que viene el método para conservar por siempre el mosto sin sodomía. Claro, servidor de ustedes tiene a Cunqueiro por maestro y escritor de cabecera. Siendo así a nadie extrañe que, por puro gusto, tome uno de sus libros entre las manos (LAS MOCEDADES DE ULISES, en este caso), vaya al índice onomástico, tome al azar a uno de los protagonistas y copie el resumen que de el se hace.

CORREDOR DE MEDIA LEGUA VALLAS (EL).- Saltaba de una nave en una comedia que se representó en Esmirna. La joven Felisa se enamoraba de él, porque al margen de su papel había puesto el autor la nota que mandaba «un pronto de asombro». Era callado, como suelen serlo los atletas, y cuando hablaba era para explicar que tomaba la valla con un quinto de ladeo, según el arte olímpico antiguo, preferido por Apolo y el centauro Quirón, maestro de Aquiles, aunque este último haya sobresalido solamente en la legua militar con obstáculos, pese a la alta escuela. Le birló la Felisa a un pregonero de edictos imperiales llamado don Silvino, viudo que sacaba un sobresueldo con una parada que tenía, con garañón calabrés, Patroclo por buen nombre.

En fin, una pirada de olla como tantas que tengo. Vayamos pues a Troya y a los troyanos, que son, que servidor sepa, nombres de homérica ciudad; de hotel de medio pelo con conseguidores que tiran a maricas; de nigs clubs con carne importada; de buenos puros habanos; de estudiantil casa compostelana; de velero; de puta, algo coja ella, que perdió su muelle estampa en el Papagayo; de publicación arqueológica; de asteroides que rumbean a machacamartillo sobre los puntos lagrangianos, de juego infantil, y de variopintos y publicitados condones.Troya se llamaba también una galga canela en rama que tuvo mi hermano.


De la utilidad histórica de algunos poemas.

No caeré en la trampa de especular sobre si Homero es, o no, el autor de la Iliada y la Odisea, las fuentes antiguas le asignaron de manera unánime su autoria y para mi otra cosa no importa. Bien podemos decir, sin embargo, que si Homero bebió de otras fuentes aun más lejanas, no se limitó solo a transcribir un par de leyendas existentes, sino que las coge y las reelabora con un nuevo espíritu épico, acaso fruto de su determinación de conferirlas de mayor fuerza dramática. Es el ubicuo Herodoto quien esparce la especie de que Homero vivió a mediados del siglo IX a. de C., aunque hoy día se considera, perfectamente lícito, rebajar la fecha hacia finales del siglo VIII a. de C. Tanto da. Por lo que se refiere al lugar de su nacimiento siete ciudades* inscritas en el círculo de la cultura jonia de Asia Menor o islas adyacentes se disputan el honor, aunque la tradición, terca como ella sola y en base a detalles sobre su vida seguramente ficticios, coloca a Homero en Esmirna o Quios. Fue en esta ultima isla del Egeo donde los Homéridas (descendientes de Homero), que se declaraban recitadores con conocimientos especiales, estuvieron posteriormente establecidos. La leyenda nos lo presenta viejo, ciego, vagabundo y mendigo, recitando sus poemas de ciudad en ciudad, a la manera de los rapsodas descritos en el “Himno a Apolo” a él atribuido. Además de la Ilíada y la Odisea, los antiguos le atribuían los Himnos homéricos, la Batracomiomaquia, pieza épico-cómico, y otros poemas. Homero describe con verdad (refleja hechos, costumbres, creencias, y técnicas de parte o todo el período comprendido entre los siglos XII al VII a. de C.), fuerza dramática y gracia todos los sentimientos y pasiones humanas, de ahí que su poesía trascienda de lo individual y particular a lo universal.

*(Ciudades).- Atenas, Argo, Quío, Colofone, Rodas, Salamina y Esmirna.


De aquellas inspiradoras señoras de la Hélade.

Es tiempo de asentar fiero los pies sobre el albero, desempolvar unos cuantos libros, subrayar, anotar, componer la figura y citar, con gallardía y empeño de muerte, al difícil morlaco troyano. ¡Eh..., caballo!

No creo yo que la guerra de Troya la desatara ningún lío de faldas. Que bobada, como si a los señores griegos les importara un pimiento una chuminada menor de este carácter. Hablamos de tiempos y de sociedades en los que capturar doncellas para esclavas o madres estaba al orden del día. Era, digámoslo así, una consecuencia de aquellas primitivas guerras y del pillaje que las seguía. Es más, no eran pocos los pueblos que debían su subsistencia al resultado positivo de estas razzias. Recordemos que el "ligoteo" por rapto consistía en tomar por la fuerza a la mujer sin su consentimiento o el de sus allegados. Esto ultimo es importante porque viene a colocar a la mujer como moneda de cambio. Es aquella una época en la que las mujeres casadas y sus hijas estaban obligadas a permanecer en unas habitaciones aisladas de la casa llamadas gynacontis. Allí, excluidas de todo trato social con extraños, pasaban la vida dedicadas a lo que eufemísticamente podemos llamar tareas domésticas. Las viudas, por su parte, estaban bajo la custodia del pariente más cercano, y estaban jurídicamente incapacitadas para tomar esposo. Para muestra un botón. En la Odisea anda Penelope de palique con un montón de invitados, se apercibe su hijo Telémaco de ello, la toma del brazo y en un aparte la espeta: «Marcha a casa, y atiende allí los quehaceres domésticos. A la rueca y al telar, vigila a los sirvientes para que estén prestos. Distribúyeles tareas. Que la charla es el privilegio de los hombres, y este privilegio es especialmente mío, ya que soy el señor de la casa» Esto del rapto de Helena, sospecho, es cosa que se invento Homero para que el cuento le quedara redondo. Otro tanto hace, por ejemplo, cuando mencionando el uso de dos metales, el bronce y el hierro, asevera que el primero de ellos se utilizaba en la manufactura de armas, y el segundo para la fabricación de aperos agrícolas. Que melonada sin visos de realidad. La imagen es una ocurrencia del poeta para dotar a la guerra de cierto arcaísmo y virilidad épica.

De Geografias y Heroes Tronisonantes.

Si tanta lectura apresurada no me ha reblandecido el cerebro y desnortado, he aquí, a mi modo, lo que sobre Troya nos ha regalado Homero:

Troya era una ciudad del Asia Menor, rica y poderosa, cuyo rey, Priamo, tenía cincuenta hijos: al más valiente le habian sacado de pila como Hector; Paris era el más rechulo y guapo (Un día que estaba el tío apacentando sus rebaños en el monte, tres diosas presumidas y mangantonas: Hera, Atenea y Afrodita, fueron a pedirle que decidiera cual de la tres merecia ceñir la banda de mis Olimpo; Paris eligió a Afrodita, diosa de los cuernos y del amor, y, desde entonces, las despechadas Hera y Atenea fueron enemigas juradas de los troyanos) y, como vageaba un tanto, encargole el padre que cruzara el Egeo y se llegara a Esparta en misión diplomatica. Allí con su compostura y hermosa flauta de un agujero solo seduce a Helena, esposa de Menelao, rey de Esparta, boquirrubia muy dada a los raptos, pues ya lo habia sido por un argonauta de mucho mérito al que los libros nombran Teseo. A esta Helena, que murió ahorcada y por geometría por orden de su pariente Polixo, la imagino con los pechos firmes y altos, vistiendo descocadas sedas y con el pelo miel de romero y largo. Los ojos los tendría verdes y una pizca miopes y estrábicos, como es preceptivo en toda femme fatal que pretenda salir en una epopeya. La voz la tenía aniñada y hablaba por la ce, que de angel adolescente tomó los gestos, el énfasis y el acento de un escritor tartésico de vodeviles que, desterrado, corría señorios enseñando señales amorosas con pañuelo. Doña Helena era señora ilustrada. Todos coinciden en decir que era buena guisandera: De mi amiga Silvina Italianisca, confitera y maestra de tisanas del Dux de Venecia que fue, y tia de un tal Facundo "Oculoveritas", que tenía la virtud de ver el mundo sin mácula y con limpio asombro, supo del punto de la yerba mate amarga y sin tropezones al modo de la escuela de llaneros australes; brebaje que de mañana y con resaca, apreciaba de veras don Agamenón, conspicuo tirador de porrón que fue. Por el Dioscorides igual curaba lobanillos que aderezaba caracoles. Las sopas afrodisíacas, mayormente causa de sus raptos, las hacía por un libro de monseñor Perucho que la donara un estilita de Congosto al que en un pradillo que en Creta mirara a la mar de Libia, quitara la concupiscencia y las hambres. Don Andreu de Mallén, otro amigo mio que andaba con una compañia itinerante enseñando al señor Euclides por comedia atica, diola por cordenadas el arte para que las pitas pusieran huevos de dos yemas. Este don Andreu, ecónomo del gremio de artes y espectáculos del pais de Oc que fue, tuvo café-cantante en Béziers, entre el Hospital de Cuadrúpedos y la corsetería la Parisien. La Bailabotes de Changai, de fina piel citrina, arbolada como gracil goleta, hasta la cintura su pelo antracita, de tobillo fino, a la manera rubensiana jamona, bulliciosa y de mirar risueño, viuda de un artillero de cubierta que navegó con Simbad, probado está por el "Libro de Amenidades de Languedoc", que dejara inconcluso monsieur Rabelais, natural de Chinon, un lugar de Turena donde se tenia por costumbre destetar a los infantes con malvasia (2), era quién ponía lujuria y alegria en aquel bendito lugar: acratón, tan mundano como amable, foro por regüeldo de los cuatro puntos cardinales. Arruináronle el negocio los papistas que iban, a salario de fuego y sangre, con la partida del capitán Mirepoix, cuando sin Dios ni honor entraron en la villa para descogollar a cataros y empalar a liberales. Huido al reino de Aragón y encaramado a lo alto de un peral del Piceno, donde tentaba las frutas más soleadas, apareciósele nuestro señor Trimegisto, que, tronante e imperativo, enviole a correr los meridianos mundiales enseñando de rayas y figuras. Se sabe también que el cojo Cirdan, alto, nervudo, rostro de cuchillo, leyonense que tuvo en la calle de los hispanos de Constantinopla academia de doma de batalla por falange macedonica, y quedara estragado del remo de estribor, que es palanca con la que los diestros encabalgan, enseñola una noche vinosa a bailar la peonza de sonajas con los pies, que era maña que enseñara al emérito domador el abate Monflorite, yendo con don Tristan pelegrino a Compostela. Por doña Lulu de Sousa, lencera de palacio, puedo aseverar que de dedal y tijeras doña Helena aprendió forzada, pues siendo su dueño y señor tan meón como tacaño, con muchas martingalas de mérito hubo de aderezarle las calzas de gala y de diario...

Lian don Paris y doña Helena el petate, cogen de tapadillo un transbordador y huyen a Troya. Menelao, el burlado, echando muy de menos las caballas con salsa de hinojo (3) que por cuaresma la fugada le preparara, exige mucha y cruel venganza. A pachas con su hermano Agamenón, rey de Micenas y Argos, organiza una coalición militar en la que participan reyezuelos (4) de toda Grecia. Por mor de su condición de héroes participan tambien en la misma el valiente Aquiles, discípulo que fue de don Quirón centauro, que lo alimentaba con tuétano de animales feroces; Ulises, el ingenioso rey de Itaca, que al acabar la guerra y cuando regresaba a casa se perdió en los mares por tener libro propio; Ayax el hijo de Oileo, un casta que ofendia a dioses y diosas y se pasaba sus amenazas por el forro de los cojones; Ayax el hijo de Telamón, que fue quién disputó con Ulises las armas de Aquiles; Diomedes, el tipo más valiente que los siglos vieran, y quien evito que Agamenón, desalentado, levantara el sitio de Troya; el cretense Idomeneo, que puso en el envite cuarenta naves; Filoctetes, el fetido tirador de arco que matara a Paris; Nestor, el "caballero gerenio", como le nombra Homero, viejo ya durante la contienda troyana, pero tan sabio y prudente que sus consejos eran admitidos a ciegas por los griegos... En estas, Agamenón, que era un puto zote y se creia a pie juntillas toda la mierda que los adivinos le soplaban al oido, para atraerse a los dioses sacrifica a su hija Ifigenia; aunque también se cuenta que en el momento del sacrificio, Artemisa la sustituyo por una cierva.

El asedio no fue de un día para otro, pues ante las imponentes murallas que a Troya defendian, duro por lo menos diez años. En el ultimo año (En realidad, la Iliada es un esfuerzo de 15.693 hexámetros en los que se narran los ultimos 51 días del asedio) , va Apolo -que era un dios enemigo de los crímenes y de la oscuridad- y envia una tremenda cagalera al campamento griego porque el fachendoso Agamenon, después del asalto a la ciudad de Lerneso, se había quedado como botín de guerra con Criseida, hija de Crises, sacerdote del susodicho dios. Con las pelotas por corbata Agamenon se la retituye a su padre, pero como no gustaba de la frialdad de catre sin crica, exige que Aquiles le ceda a su esclava Briseida, una sacerdotisa de Cilicia de la que en su día se habia apoderado. Entrega Aquiles la prenda de sus amores, pero tan colérico y perjudicado que manda a tomar por el culo a los coaligados y se retira del combate. Esta decisión es un contratiempo para los sitiadores, que se ven privados del concurso de la flor de los capitanes del mundo. Sin embargo, Aquiles consiente que su condiscípulo y amigo Patroclo, hijo del rey de Locria y de Stenele, acuda con su partida a la lucha. Mal hiciera, que el amigo de juventud fue herido por Euforbo y muerto por Héctor. Entonces, pese a la ojeriza que continuaba sintiendo por Agamenón, vuelve a la lucha y causa una terrible escabechina entre los troyanos. Luego se carga a Hector, mandamas del ejército troyano, amarra el cuerpo del héroe a su carro y no tiene otra ocurrencia que arrastrarlo alrededor de la ciudad sitiada. Despues es cuando Príamo, rey de Troya y padre del en coso aplaudido, solo y en noche sin luna, atraviesa el campamento griego, se llega hasta la tienda de Aquiles y le suplica que le entregue el cadaver de Héctor para darle digna sepultura. Aquiles no echa en saco roto la petición del vejete y le concede una tregua para que haya lugar a un funeral decente. Sitiadores y sitiados son héroes, mantienen su propio código de honor militar y, pese a enemistadas y venganzas, nada les cuesta ser con el enemigo generosos y bizarros. Poco después, atontado por las blancas redondeces de doña Polixena, hija de Príamo y hermana de Héctor y Paris, pide su mano. No estoy seguro de si hubo boda o no, pero por cierto tengo que en este alocado cortejar, fue cuando Paris, con un rebote del carajo por la muerte, ovación y vuelta al ruedo de su hermano, acaba con Aquiles de un flechazo en el calcañar, única zona deleterea de su mágica blindada anatomía. Filoctetes... Aquí un inciso que se me antoja importante: [Copio de un Diccionario de la Mitologia Mundial: FILOCTETES.- “Guerrero griego, hijo de Peón y compañero de Heracles. Estando éste a punto de morir, le ordenó que enterrase sus flechas, y le hizo jurar que nunca descubriría el lugar, dándole al mismo tiempo sus armas teñidas con la sangre de la Hidra. Sabiendo los griegos por el oráculo que no tomarían Troya sin las flechas de Heracles, persuadieron a Filoctetes para que las descubriera. Así lo hizo éste, y en castigo de su perjurio le sobrevino una terrible enfermedad, que hacía que emanase de sí un hedor terrible que, no pudiéndolo resistir los griegos, lo dejaron abandonado en la isla de Lemnos. Al morir Aquiles se vieron obligados por las necesidades de la guerra a acudir a él, y volvió a Troya, donde con sus flechas dio muerte a Paris, contribuyendo así a la caida de la ciudad. Impedido, por las tempestades, de regresar a su patria, fue a parar a Italia, donde fundó ciudades y construyo un templo a Apolo, al que brindó su arco”. Se dice que a su llegada a Calabria un tal Machaon le curó de su úlcera pestilente. Homero le describe como el más diestro tirador con arco de todos los griegos, y añade que mandaba siete naves que llevaban los de Metona, Taumacia, Meliboe y Olizon].

Filoctetes, decía, mata a Paris para no dejar en mal lugar al oráculo de Delfos ni joder la profecía. Con todo, las escaramuzas se suceden. Los dioses también andan a la greña: Zeus, Afrodita y Ares, apoyan a los troyanos; Hera y Atenea lo hacen con los griegos. Entonces pasa a ocupar el primer lugar de la escena monseñor Ulises, sol de Itaca la de los feraces veranos, bebedor de salitrosos vientos, flor de la elocuencia, hombre convidador y amigo de porqueros y juglares, que, a sugerencia de Palas Atenea, con quién tenia afinidad química, urde una añagaza para derrotar definitivamente a los señores troyanos. A tal fin, los griegos construyen un gigantesco caballo de madera, hueco, en cuyo interior se ocultaron los cien guerreros más garridos y valientes. Luego, fingiendo retirarse hacia sus naves, depositan el ingenio, cual tributo, a las puertas de la ciudadela. Los troyanos se tragan la píldora a excepción de Laoconte, Gran sacerdote de Apolo, que para nada quiere ver a aquella diabólica máquina intramuros de la ciudad; mas estando en la porfia, surgen del mar dos monstruosas serpientes que van flechadas a por sus hijos, Antifate y Tymbreo; acude él a socorrerlos y en un decir amén tambien es hecho albondiguillas y devorado. Entretanto los defensores de la ciudad derriban parte de las robustas murallas y meten el caballo dentro. Banquetes, cantos y bailes, sacrificios y alegria, enseñorean la ciudad. Llega la noche, los emboscados griegos salen malolientos y sudorosos de la panza del engendro, matan a la desprevenida ronda y dan señal por fuego a la flota, oculta tras un promontorio. Llegan a la carrera los emboscados y la ciudad es entregada al saqueo y al fuego; los hombres son degollados y sus mujeres e hijos convertidos en esclavos. Triste fin para la orgullosa perla de la Tróade: La rumbosa, la de las murallas insobornables.

Pero por fortuna no acaba aquí el cuento. El regreso de los vencedores a sus predios, cargados a rebosar de esclavos y trofeos, se prestó también a tantas incidencias que de el tomaron pie la «Odisea», regreso de Ulises, y la «Eneida», regreso de Eneas. Como se ve, y por hacer justicia, uno de cada bando. Ulises echó diez apasionantes años en llegar a la feliz Itaca (meta de todos los deseos humanos por antonomasia), donde le esperaba su esposa Penélope, destejiendo de noche lo que tejía de día por no verse obligada a casarse; su hijo Telémaco, deseoso de emular las hazañas paternas; su viejo padre, Laertes, que hacía años que se había retirado de la corte; Eumeo, su fiel porquerizo; su nodriza, que le reconoció por una cicatriz que tenia en la rodilla, y su can, su viejo can venteador, que murió de dolor al verle. Eneas, tras la debacle troyana, se hace a la mar con su padre Anquises, su hijo Ascanio, una arquilla con los dioses penates de su patria y otros troyanos. En las costas africanas, se encuentra con la reina Dido, aquella que engañara al rey Jarbas por geometria, a quién cuenta la destrucción de Troya. Eneas, siguiendo el dictado de Júpiter, abandona a Dido, de quien se había enamorado, provocando con el desplante el suicidio de la pava; luego funda Acesta en Sicilia y, tras siete años de dar por ahí el coñazo, llega al Lacio, donde casa con Lavinia, hija del rey Latino. Luego es cuando pone los cimientos de Roma y todas esas cosas.


Perded cuidado, que no deseo cansaros y aquí mismo doy golletazo a esta primera parte sobre Troya.


NOTAS:

(1).- Equus asinus de los latinos, Onagro de los antiguos, Koulan de los tártaros, Chulan de los calmucos, es considerado originario del Asia meridional. De la Arabia pasó a Egipto, extendiéndose después por lo restante de Africa, de donde con visos de certeza llego hasta nosotros. La duración del celo de las burras suele ser de cuarenta y ocho horas, tiempo el más conveniente para ser cubiertas por el garañon o por el caballo. Si no, hay que esperar ocho, quince y hasta treinta días para que vuelvan a entrar en celo. La preñez de la burra suele ser de 364 días, lo que es lo mismo que decir un año. Asnos he visto que salen escriturados en la Biblia, en los papeles de Aristóteles y en los de Diodoro; Julio Cesar también les cita, y Virgilio y Horacio. Plinio, el Viejo, les saca en su Historia natural, y en De re rustica, Julio Moderato Columela... Trajinaria el buen Cunqueiro con burras bien comidas y andarinas, las ancas bien desarrolladas, los corvejones robustos; de fea cara y recia grupa, su capa la tendrian negro sucio unas, rayando a bayo oscuro otras. Serian listas como el hambre todas, de temperamento vivo, de buen guiar, pero obstinadas, tercas y testarudas ante el castigo. Las guias de la recua esta probado que llevarian los nombres de Rosalia y Clavelina. Es gran pena que tan magnífico animal este casi extinguido en España. Ahora los asnos que quedan son mas de dos piernas que de cuatro patas. Estamos en elecciones, y ayer mismo vi, en la tele, dos monumentales asnos cargados de letras.


(2).- O puede, segun otros autores, que fueran quitados de mama con Blancos de Frontignan y Miravaux. También hay quien da, por probado, que era el destetante blanco de Anjou con unas gotas de Extracto de Quintaesencia; aunque los más sensatos no lo crean.


(3).- Imprescindible, dice el "Piscatus Jalandrorum Decretorum", una buena lumbre de rescoldos de carbón de leña, a la que se cubrirá con tupida manta de hinojo seco... Pero no nos adelantemos en recetarnos, aunque antes deseemos pescado de tercera que, ni aún de San Carlos, jirapliega de primera... De piezas mediadas de caballa, docena de fraile es lo que gastaba rey Menelao para tomar merienda. Cuenta Preste Juan, que túvole de prepuber, pupilo en su reino cristianisimo de India, que no cataba de este pez por verle de lomo azul y verde rayado de negro y vientre plateado, a más de porque era manjar de los tintoreros de su reino, y el mozo Menelao, por tara en el su ojo amarillo derecho, tenia aversión por los colores. Que cambiara radical de gusto, lo explica el anónimo de Nasos así: Costeó el erario espartano fuente al olímpico dios Ares, pero tan feo y sin fundamento le sacaron que este, amoscado, mando recado por un mirlo políglota para que don Menelao, reinante, pusiera verdad de su galanura y belleza en la obra. Pero siendo el rey tan rácano que con el correr de los años incrustáronsele los dedos, todos y a modo de presa, en las palmas de las manos, y los gordos o pulgares, encañonáronsele por el natural canuto que los otros dedos le formaban, dio largas de siglo a la embajada que el paráclito le llevara. Lo cual que ni medio Tostón pasado por boca de estudiantina soltó para el aderezo. Cabrease por el desplante y poco aprecio Ares, el tempestuoso, gira consulta con el protomedicato de la Sorbona, que en un querer curar mataba, y a los dictados de su melecina pone en corte esa cosa infecciosa de las glándulas salivares a la que llamamos papera. Alguien dice al reinante que el azote, a más de reducir los colgones al tamaño de guisantes, es febril bocio que deja a cero la fuerza genitora. Palpase el rey, teme por sus pelotas y resolutivo inventase un viaje de estado. A la Magna Grecia como obispo de ciudad apestada escapa, y así llega a un sitio rico y poderoso llamado Síbaris, donde por cortesía y protocolo, tomó costumbre de tragantear caballa. Sibaritas, decían a la gente de aquellas playas, que gustaba de la vida muelle y tenía a bien evitar toda fatiga. Tanto es así que para que los ruidos no les perturbaran, no dejaban que se establecieran en sus ciudades herreros, ni caldereros ni nadie de gremios voceantes. A los gallos les capaban de garganta. De Síbaris y mal capado fue el gallo de la pasión, a quién le importaba un comino que pedrin el molondro negara o renegara, que él probaba armonías para dar hora exacta, a coro, con los vecinos gallos de la calle de La Hornada. En verano, cuando se iban al campo para huir del sol y de la recalentada sombra, los señores sibaritas daban orden de que les llevarán en carros, y tan despacio, que tardaban tres días en lo que ustedes y yo hubiéramos andado en seis horas. La polis concedía, y a servidor de justicia le parece, una corona de oro al ciudadano que hubiera ofrecido mejores comidas, y recompensas a los cocineros que hubieran fundamentado los mejores platos. A la mafia neococineril española la hubieran fusilado, porque era SÍbaris lugar en el que no se aguantaban mariconadas a la hora de tragar y pagar. Servidor está dispuesto a hacer mañana lo mismo. Mejor, por no gastar pólvora, estoy dispuesto a finarles con lo que sirven, bazofia catedraticular que los interesados, por supuesto, jamas prueban. Los niños iban al cole vestidos con túnica de púrpura, el pelo rizado y sujeto con cintas de oro, lo cual, aunque parezca excesivo, es menos agravante que como lo hacen hoy en día. En las ceremonias, aunque mariconeaban de lo lindo, nunca fueron tan excesivos ni gastadores de lo ajeno como en el reino de España. No se sabe de ningún sibarita que se concediera a si mismo una medalla. Un conocido de un conocido mío hubo, que al ajustar una barca para ir a Crotona, puso por condición que los remos no harían saltar una gota de agua. Otro, que dio escuela en mi ciudad a sindicalistas liberados de mucho aprovechamiento, viendo en el campo a un aldeano que cavaba, le dijo: « No levantes tanto los brazos que me cansas». Para que seguir... Quiero decir que, como no veo objeto en seguir incordiando a príncipe ninguno, a fin de dar termino a esta demencial nota, os dejare con algo que me puso por correo de diligencia mi amiga italianisca. Lo que sigue, afirmaba ella haber sido extraído de un recetario que hallara en un lugar secreto de la trasdespensa del palacio del león de San Marcos. Escrito en palotes bizantinos, con capitulares de fantasía, llevaba "Efemérides Coquinarias" por titulo, siendo su recopilador "Usuardo Castelfranchi, castrato papal e interprete de sibilas". Dice de la caballa el "membri ablatione" de voz aflautada: «Ilustre comedor de caballa fue don Menelao, laureado príncipe de Esparta [...] De su preferencia eran los peces de primavera, por ser más substanciados y fáciles de pasar al ser cogidos lejos del fondo [...] Para la mesa, estaba decretado lavaranle los peces con las siete aguas de las siete fuentes proféticas del su reino. La ultima aguada dabala una virgen, hija de hoplita condecorado, con el agua de la fontana que celase el sacristán tañedor de la Campana de los Perdidos y la Salvadora dicha , que estaba allí mismo, sobre un trípode de columnas serpentinas, en una roca cual cabeza de carnero. Por reglamento, este guardafuentes y campanero debía de llamarse Sisinio, ser albino, iconoclasta y tercer hijo de virgen (¿?); también debería saber aconsejar por las "Geopónticas", idiomas para dar noticias del país a los viajeros que entraran por aquella banda, canto llano y las letanías que son el espanto de las doce Tresavichas hijas del zar Herodes [...] Limpio el pescado, se introduce en la incisión por la que se le retiro el tripamen un ramillete de tallos de hinojo lavado y seco, asase con igual voluntad por ambos lados y separase en bandeja de plata. La salsa que substanciara a los peces debe de estar urdida con mantequilla, hinojo picado, harina, agua, sal y pimienta. El modo de proceder, etc».


(4).- O rey no era más que un jefe cuya autoridad estaba reconocida por los otros jefes, sus pares. No se distinguía de estos ni aun por sus vestidos, pero llevaba un bastón de mando o cetro, signo de la autoridad con la que sus iguales le habían distinguido. Era el puto amo en la guerra, presidía las ceremonias religiosas y administraba justicia al aire libre. Pertenecía "casi siempre" a una familia que pretendía descender de los dioses, un argumento cojonudo para aumentar su prestigio.

El rey habitaba en un palacio, aunque no debe asociarse esta palabra con la idea de lujo y magnificencia, pues el palacio era únicamente una casa mayor y mas guapa que las otras. Casa que venia a componerse de dos partes: el tálamo o estancias privadas de la familia, construido en piedra, y el megarón, gran sala pública construida en madera, donde se reunían los hombres (ya he dicho arriba que las feminas eran un cero a la izquierda) para los guateques y comidas. El edificio se completaba con grandes patios y dependencias para la intendencia y los servidores. El rey y los de su cuerda celebraban en el megaron unos festolines de cojones, donde se asaban animales enteros, tales como bueyes, carneros, puerco o cabra, delante del hogar que ocupaba el centro de la pieza. El tal megarón no era en realidad más que una especie de corral con el piso de tierra batida sin enlosar ni entablar y sin chimenea, lleno de bagajes, armas y mierda de toda especie.


En este seguir a la aguja amalfitana por el soleado Egeo, hemos levantado nuestro puesto de afeites parisinos en los siguientes lugares:

WESLEYAN UNIVERSITY
Seti Prime
S.M.C.S. UniversitY of St Andrews
CLEVELAND PUBLIC LIBRARY
The KryssTal
the Imaginary World
Photo Travels
allAfrica
Science
artlebedev
UNIVERSITY AT ALBANY
PBS
winged dandals
Helenic Ministry of Culture
Centro Virtual Cervantes
Mondoñedo
AZUCENA ADELINA FABROSCHI
nouveaunet
mgar
microMEGAS
LeCielEstBleu
HOMERO
A&D
hybrid
Universidad de Zaragoza
Enre2
Fractales.org
I.A.O
Nexus-7
diomedes
historialago
NOAO
PuToWeB
WINDOWS TO THE UNIVERSE
Banco de Imágenes M.E.C
I.E.S. SABTIAGO APÓSTOL
THALES
Michael Lahanas
Sprott's Gateway

En fin, me voy a ver el eclipse atraves de una frasca de vino y un par de lonchas de jamón. Salud
Publicado por Don Gaiferos en 7:53 p. m. |  
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