viernes, febrero 29, 2008

UNO DE GETAFE EN PARÍS (II)

Con mucha frecuencia, para persuadirnos a nuestro daño,
los instrumentos de las tinieblas...
nos vencen con inepcias honestas, para hacernos resbalar
hacia las consecuencias más abisales.

Banquo en Macbeth.

Los que se postulan para Amos de Calabozo mintiendo como bellacos y yo dale que te dale, a mi bola, describiendo y enumerando como si me fuera la vida en ello. Francisco Javier Hernández tiene escrito a propósito del Nobel de Literatura Claude Simon: « De ahí su desprecio de la intriga, de la lógica del relato, del suspense, sustituidos por lo que ahora se ha dado en llamar “el furor descriptivo” y que no es, en definitiva más que un intento de restitución del mundo a través de las impresiones, de las sensaciones, de los oscuros dictados de la memoria...» Bien traída la copla como coartada a mi obstinada manía...

Cuando días atrás salí por piernas de esta Barataria a mi gobierno (gánela tras muchos años de servicio como actuario de la IV Flavia, brava legión acantonada en una localidad danuviana -no logaritmica , ojo- dicha Mantissa...), sin dar noticia de la identidad del "xatafiense" al que vengo a mostrar reconocimiento, recuerdo haber quedado en lo más oscuro del desván, hincado de rodillas, escarbando como clueca en una tómbola de papelotes y objetos desclasificados. Y fue entre aquel mistifori apenas abarcable donde entre otras cosas y muchos: “¡Fuera, micho!”, encontré unos cuchillos y puntas de flecha de sílex pulimentado que mi tío M*, allá por las Catilinarias, consiguió en no se que lugar de Soria; unas castañuelas -con escenas medievales de caza talladas- a punto de la definitiva quiebra; una centena de botones pertenecientes a uniformes militares, mi padre en su mocedad los coleccionaba; un "tente bala" cosido a una Cruz de Caravaca por el oxido estragada; una navaja de afeitar en perfecto estado que fue de mi abuelo, Solingen es la marca y lleva en su estuche letrones y simbolos huecograbados. Como propio, propio, solo reconocí, entre los objetos, una muestra casi perfecta de antimonita a la que tiempo atrás puse ruedas en Japón. Era mi pretensión, seré gilipollas, hablar ahora del antimonio estibina o sesquisulfuro de antimonio, S3 Sb2, que cristaliza en el sistema rómbico, en cristales alargados y con las caras del prisma estriadas... ¡Dios, que disperso y cansino resulto a veces!

OOOooo

En fin, como el abate Evagrio aconseja contra la sugestión diabólica, pondré grillos a la imaginación, embridare los dedos nacidos con palabras que fluyen como ríos y me someteré, en definitiva, a la disciplina de los cánones - fútiles y extravagantes- de lo escueto y sentencioso. Pero antes es obligado decir que lo que en adelante corra, es fruto de las horas que aperrado eché escudriñando donde acaso no debía. A su modo entre terco y evasivo ya me lo advirtió Herr Monty: ¡Yerras, amigo!.

Advierto -tajante- que en todo lo que de provecho sigue no tengo concurso alguno. Es demasiado grande para mi. Me conformo, sépanlo ustedes, conque el aporte les depare algún conocimiento y sea semilla de "su" curiosidad hacia personajes olvidados igual de grandes. Lo cual que sigo, sin rubor y agradecido, el loable articulo de Don José Altabella titulado “URRABIETA VIERGE, gran ilustrador”, publicado por vez primera en el ejemplar VIII de “BIBLIOFILIA”, Valencia 1954.

Y he dicho "sigo", porque a fin de aligerar el texto, de adecuarlo al malhadado simplismo que los tiempos parecen exigir, he decidido editarlo tras el pase, probablemente indebido, por mi particular trefiladora. Entiéndase pues, tras esta protesta, que todo demerito que de aquí en adelante se observe... bla, bla, bla... mi impericia.

URRABIETA VIERGE
El centenario del nacimiento de Daniel Urrabieta Vierge, pasó por la actualidad española tan de puntillas, con tal sigilo, que apenas ha significado nada en la memoria del famoso ilustrador. No es tan larga la lista de dibujantes de su talla -se le ha llamado «el Gustavo Doré español»-...
[...]
Urrabieta Vierge pertenece a esa estupenda teoría de artistas españoles que más han sabido universalizar el alma de nuestra Patria, precisamente por ser de los elegidos que han sabido entenderla, sentirla, plasmarla y con más rotunda precisión interpretarla [...] Y desde París, su fama irradió al mundo entero. Cervantes, que ha tenido por su «Quijote» tantos glosadores plásticos, pudo encontrar en su compatriota, como él manco, como él artista y como él, aventurero, un ilustrador excepcional [...] Y el que supo resucitar los tipos ideales de la Patria muerta, ha sentido ahora los zarpazos de la negligencia y despreocupación para su memoria, un tanto desnacionalizada ya de por sí, lo mismo que ayer, en un ayer de principios de siglo, España le volvía la espalda a la herencia de sus ricas obras, que pasaron a ser una joya de arte en Norteamérica.

<-------->

Urrabieta Vierge nació en un pueblo cercano a Madrid, en Getafe, en 1851. Es hijo del dibujante Vicente Urrabieta Ortiz, excelente grabador en boj, asíduo colaborador de la revista «El Museo Universal» y de las novelas por entregas que editan los Gaspar y Roig, muchas de las cuales estaban ilustradas por él. La madre de Daniel, Juana Vierge de la Vega, era hija de un soldado francés, que se nacionalizó en España después de la guerra de la Independencia. Al márcharse de nuestra Patria el general Hugo (Joseph Leopold - Sigisbert Hugo, Comte de Cogolludo) - padre del poeta francés Víctor - , de quien había sido asistente el soldado Vierge, éste decidió quedarse a vivir en España; se casó, y de este matrimonio nació su hija Juana, quien, más tarde, a su vez, se desposaría con el dibujante Urrabieta Ortiz.

Su hijo Daniel es un niño con tendencias artísticas precoces, alentadas y aun provocadas por el propio ambiente familiar. En su hogar se respira el arte, un arte con minúscula, un tanto menor, en que el buril del padre vence a la artesanía, y la voz de la madre llena de canciones la casa... Así, aquel niño de cuatro años es para la madre -en pleno apogeo de la ópera italiana- la ilusión de un gran cantante, a juzgar como entona cuanto oye, y para el padre, que le ve emborronar hojas con atisbos de sorprendente gracia, su hijo será pintor. El futuro del vástago se parte por gala en dos, y queda matriculado, al mismo tiempo, en el Real Conservatorio de Música y en la Escuela de San Fernando. ¿Será cantante?... ¿Será pintor?... Un día, se cansa del solfeo. La madre sufre una contrariedad. El padre, sin embargo, recibe el alegrón subconsciente de ver así posible llegar en su hijo más allá de donde él ha podido llegar.

Entre sus maestros están el retratista del Romanticismo español Federico de Madrazo y el paisajista Carlos Haes, y como compañeros de clase se encuentran Pradilla, Villegas y Martín Rico. Daniel enfila su vocación y sus gustos abriendo una brecha en el cruce de los diferentes estilos de Madrazo y Haes, el primero clásico y el segundo realista. Y copia a Velázquez y a Goya por los museos, pero pone sus lápices también al servicio de la greguería de las plazas y calles de aquel Madrid isabelino que pronto va a romper esclusas revolucionarias en Alcolea y Cádiz (Referencia a "La Gloriosa o Septembrina").

A finales de 1869, toda la familia se traslada a París. El joven Urrabieta Vierge llega allí con una noble ambición: abrirse camino en el Arte. Desde el modesto piso que ocupa con su familia en la rue Blanche, planea la difícil conquista de la capital. Es joven, voluntarioso y artista. Disciplinado en el trabajo, dibuja constantemente. Hace copias en el Louvre, pero siente la viva y palpitante atracción de la vida callejera y de las estampas urbanas, que él traslada a sus cuadernos de papel marquilla con profusión... Llena apuntes y bocetos en ejercicio laborioso, que disciplina sus lápices y su capacidad de ver. El vértigo de la vida, con sus múltiples manifestaciones coloristas, invade las retinas del joven dibujante.

Un día estalla la guerra (franco-prusiana). Los padres de Urrabieta quieren abandonar la ciudad ante el avance alemán, que amenaza el cerco de París. Daniel, no obstante, desea permanecer allí. El espectaculo del pueblo en armas (Comuna de París) le interesa. Y esos modelos de muchedumbres belicosas no los va a encontrar en ninguna parte. Y allí se queda, solo, dibujando para él mismo, acrecentando el archivo vivo, que luego constituirá el rico acervo de su estudio y desafiando todos los peligros inimaginables. Pero la suerte, muchas veces, es inseparable del peligro.

Cierta vez, en el momento en que estaba más enfrascado tomando unos croquis de la plaza de la Concordia, se le acercó un señor y se interesó por sus trabajos. Había en ellos tal vida, tal veracidad, tal realismo, que le pareció imposible que fueran sencillamente entretenimientos de un joven, no destinados a la publicidad. Charles Iriarte -famoso cronista de «Le Monde Illustré», la célebre publicación gráfica de la Francia del siglo pasado- fue el curioso a quien Daniel sorprendió con sus apuntes.

Le invitó a colaborar en la citada publicación. Y pronto entró como redactor gráfico de actualidad. Fue un precursor de los modernos reporteros de la fotografía y la televisión. Inmediatamente se hizo famoso en este quehacer inquieto, apresurado, lleno de urgencias, a la caza del suceso importante y de la realidad fugaz. Hasta entonces, los dibujantes imaginaban en las revistas la actualidad. Francia debe, pues, a España al creador de su periodismo gráfico, que, años más tarde, acreditaría entre nosotros, los españoles, don Juan Comba.

Urrabieta Vierge no regateaba esfuerzo alguno para lograr aquellas sorprendentes escenas, muchas de ellas arrancadas entre el fragor de las balas. Tanto, que se ha repetido muchas veces la anécdota de su detención por una patrulla de voluntarios de la Commune, que le tomaron por un espía. Los revolucionarios detienen e nuestro compatriota, a la vez que le imprecan:

-Espion a la solde de Versailles!

Urrabieta Vierge, creyendo que sus aprehensores le conocerían por su firma periodística, repetía, sincerándose, en una extraña mezcla de acento español, prosodia castellana y francés muy mal aprendido todavía:

- Ze souis Vierge... Ze vous dis que ze souis Vierge...

Pero los comunistas no atendían a razones. Es más. El equívoco entre su apellido y su significación en francés (verge = verga), aun complicaba más las cosas. Ellos, sin hacer caso de sus protesta, le decían:

- Ça nous est égal que tu sois vierge; la question n'est pas là. Tu t'expliqueras a la Prefécture de police.

Y allí dio con sus huesos, hasta que sus compañeros de «Le Monde Illustré» fueron a rescatarle.

Esta anécdota no le hizo retraerse de su carácter audaz. Y así, siguió dibujando el peligro y plasmando el riesgo en centenares de escenas: la revolución, el cerco, la entrada del ejército invasor, las negociaciones... Al llegar la paz, su nombre destacaba entre los más famosos de Francia.

Y esa misma paz serena su labor dejándole abierto el espíritu a más altas ambiciones artísticas. Y salta de la anécdota a la categoría. Sus dibujos toman vuelos más altos. Pintores famosos y literatos de renombre se interesan por este «observador visionario, descendiente de Velázquez, metido a periodista», como le calificara con oportuno juicio Gustavo Geffroy.

Victor Hugo, el genio a quien el abuelo de Urrabieta, siendo ordenanza, acompañara en sus paseos infantiles madrileños, tenía a la sazón, para el nieto, frases de elogio. «Me habéis conmovido muchas veces con vuestros dibujos», le dijo. Y tras la amistad, vinieron los encargos. Ilustró una edición de lujo de «L'Anné Terrible». Ante la obra de nuestro compatriota, todos coincidieron en afirmar que a Gustavo Doré le había salido un serio competidor.

Goncourt escribía: «Vierge, el único ilustrador de la hora presente...» Y el sesudo «Le Temps», por su parte, remachaba en un comentario: «Es Durero que resucita...»

Dibuja, pinta, decora, ilustra, ama, viva y triunfa. Gana mucho dinero, trabaja intensamente y vive bien. Victor Hugo le encarga nuevas ilustraciones, para «L'homme qui rit», «Les travailleurs de la mer» y «Quatre-vingttreize». Michelet le ofrece su «Historia de Francia y de la Revolución», para que la ilustre con su lápiz genial [...] Un día, sugiere a un editor francés traducir una edición de «El gran tacaño», de Quevedo, que él ilustra con acierto extraordinario. La obra, titulada «Don Pablo de Segovia», en la versión francesa, le brinda la oportunidad de volver a España, para entrar en contacto vivo con sus paisajes, sus rincones, sus lugares y sus recuerdos... Su ilustración se hizo tan célebre, que un editor inglés preparó una edición con sus dibujos. Y pensó en él para que realizara una colosal ilustración de «Don Quijote de la Mancha». Así, realizó, con este proposito, su segundo viaje a España, para recorrer, emocionado y artista, la ruta de la creación cervantina. Peregrino del arte por los caminos manchegos, llenó sus carpetas de apuntes, bocetos y diseños... Y al cansancio físico de las largas caminatas, él oponía la resistencia de sus grandes esperanzas en lograr una adecuada réplica a la fantasía improvisada y alegre de Gustavo Doré.

Pero un día de 1887... La jornada del gran homenaje nacional que Francia tributó a Victor Hugo, tuvo a Urrabieta totalmente emocionado, en vibrante inquietud de trabajo, tomando apuntes del extraordinario acontecimiento para su información gráfica en «Le Monde Illustre». De madrugada se puso a trabajar. Rendido, se acostó y durmió unas horas. Al despertar notó que su gran máquina humana se paralizaba... Había sentido los zarpazos de una hemiplejía que le paralizaba medio cuerpo, le hacía perder el habla, la memoria y el movimiento de su mano derecha.

¿Qué iba a pasar?... ¿La muerte lenta?... ¿El eclipse de una fama?....

CONTINUARA.

Don Gaiferos (el "don" es imprescindible)

martes, febrero 19, 2008

UNO DE GETAFE EN PARIS (I).

Veamos que atropellos contra el sentido común y la alianzacivilina y el derecho de gentes cometo de aquí en adelante si es que quiero, que quiero y con toda justicia lo merezco, hacer realidad ese sueño vitalicio que es contemplar mi propio “zane”... Si, hombre, hagan memoria, rebobinen ustedes en este pósito de intrascendentes necedades hasta dar con las magnificas ocurrencias que he contado sobre los señores griegos... En fin, por evitarles enojos lo contare otra vez de corrido. Era “zane” el monumento estatuario erigido al hideputa de don Zeus (ese impenitente rijoso trapisondista dado en gastar las más de sus olímpicas horas en probar metamorfosis animales que le permitirán escurrirse entre las piernas de aquellas damas del elenco mitológico a su gobierno que, un tanto cochinorras ellas, apuntaban sexualmente hacia el bestialismo : Europa, Leda, Semele, Danae... Uff que fatiga) en una campa, cabe el estadio olímpico donde los de la Helade medianse en fuerza y habilidades. Su coste era soportado por aquel participante en los juegos que fuera pillado trampeando. Cada pieza llevaba en el pedestal una descripción de la falta deportiva del maulero y un comentario laudatorio sobre el vencedor real. El primer tipo pillado con el culo al aire fue un tal Eufolio de Tesalia. De haberse universalizado la costumbre y seguir en boga, no habría hoy en la trilera España suficiente espacio para levantar monumentos semejantes. Y sin embargo yo deseo el mío... ¡Ah, mis razones!

OOoo

En lugar de rodar setenta kilómetros para asistir a una rueda de charletas relámpago relacionadas con la “fermentación alcohólica del jugo de uva a la luz de los nuevos avances en microbiología” [Ya saben: Composición y propiedades de los sustratos de fermentación.- Aplicación industrial de las fermentaciones ( Preparación del mosto; utilización de levaduras seleccionadas; desarrollo de la fermentación; tecnología de la fermentación; caracterización de las cepas de levadura utilizadas).- La fermentación maloláctica (Origen; sistemas fermentativos; sustratos de dicha fermentación; evolución de las tecnologías: Conservación de poblaciones bacterianas, utilización de la biomasa, levaduras degradantes del ácido málico, uso de células o de enzimas inmovilizadas, vía genética).- La segunda fermentación alcohólica... Bla, bla, bla]... Decía, o quería decir antes de cagarla saltando al púlpito de lo profesional y aburrido que, sin apearme de las zapatillas y manos a la obra, me he dedicado a poner orden y concierto en un montón de papeles que, manga por hombro, sesteaban creando porquería y malignidad en unas cajas arrumbadas en lo mas oscuro del desván.

OOOooo

Aclaro que a la cosa esta de nombre tan rebuscado envié, debidamente acreditado, al mayor de mis hijos: del oficio e innegablemente mejor preparado que yo para lidiar con los esdrujulones avanzados que es moda soltar entre los chafalmejas que presiden estos presuntuosos encuentros: «Es fundamental tener en cuenta también los valores individuales de los marcadores bioquímicos antes de su integración en el calculo combinado» «¿Qué dice el gilipollas este?» «Que hay que hacer con las levaduras lo que se ha hecho siempre» «¡Hostia, tu!»... En fin, si me da por ahí ya les contare de que ha ido la cosa.

-- ¡Miente! A usted le importa tres cojones lo que se diga en la pachanga esa a la que envió delegado.

-- Un respeto, oiga; este cura no es menos veraz que su señor padre, concejal y abogado. O que su abuelo: carabinero bujarra y coplero.

-- ¡Cagüendios, aquí se habla de nuestro presente, Gaiferos!

-- Pues suelte usted su carajada babilónica, Celedonio. ¡Venga, hombre!

-- "Quía" decir que usted mando al chico por amarrar la caja de vino que regalan, la mochila esa del prospecto, el juego de copas de cata, el paraguas de colorines y el sacacorchos a pedales, la litografía del "coño de la Bernarda" y toda esa mierda con la que los vinateros más avispados les enculan de rondón...

-- Pues va usted a tener razón, don Celedonio.

-- Aja... Me lo temía.

-- Venga, tómese otra gaseosa y cambiemos de palo.

OOOOoooo

Y sin embargo... escrutando con minucia genuflexa aquellas cajas desheredadas del desván, fui a dar, con las pupilas de oro de Herr Monty -mi compañero- alumbrándome, con una serie de artefactos literarios que creo debo rescatar del olvido. Y eso me resta protagonismo y no es fácil para mi ego. Aunque al fin, en esto como en tantas otras cosas, viene a pasarme como a Gracián, Balastar, quién en todo un capítulo de la tercera parte del "Criticón" se da a enjuiciar y censurar refranes, sin caer en la cuenta de que la critica de ellos es signo del gusto inconsciente que sentía por los mismos, como lo prueba el numero de los que cita y la variedad de ellos. Pero es que el huraño jesuita jamas dejó de ser un lógico rural contundente.

CONTINUARA.

Don Gaiferos (el "don" es imprescindible)

lunes, febrero 04, 2008

De Niebla y dos Raros.

Tengo buena proa: una nariz como escoplo que corta sin miramientos ese puré noveau-cuisine que es la niebla. Monto en bici (me gusta más el termino pedaleta), bien abrigado. Quedan bailabotes que aun se sorprenden del modo de locomoción sobre ruedas de mi preferencia.

- ¿Como "es que" vienes en bicicleta?

- Es que tras los impuestos que suelto en tu beneficio no me queda pa'más.

- ¡Serás cabrón!

- Pues eso...

He madrugado, y con tiempo por delante me he dedicado a buscar la receta de algún condumio decente en el “libro con tapas de abedul de mi bisabuela”. Hoy comen en casa mi amiga Astrid y su nieta de igual nombre. Mi amiga es danesa y traductora. Su nieta también es danesa, pero no se da a la traslación de lenguas porque tiene nueve años, la piel cuasi transparente, los ojos picando a grandes, tintados de un hermoso verde violáceo que recuerda a una aurora boreal, media melena, negra, que sorprende a propios y extraños por estar entreverada con lenguas de fuego... Un hermoso e incomprensible cabello el de la chavala. Pelos de bruja longobarda, dice su abuela. Un corrector dental que apenas se percibe se ve que la incomoda. Su padre se llama Claus, diseña muebles de oficina y se lleva bien conmigo. Claus es quien me mostró la Copenhague de quita y pon, la que es distinta de noche que de día. Claus colecciona libros sobre el arte de la pirotechnia y artillería; aunque en lo que más ingenio pone, lo tengo probado, es en el perfecto aparejo de moscas para pescar. A la pequeña Astrid le gusta mi casa y aun en dánico se entiende con mi gato. Cosas de felinos, digo yo.

Como se ve la valía de mis amigos es muestra de lo vario que es el mundo. Y es de la suma de sus miserias y grandezas de donde bebo y aprendo.

De cuando en cuando y atendiendo a criterios que me son del todo arcanos Astrid me envía algún libro. El ultimo lo he recibido hace apenas unos días, por Año Nuevo. Su titulo, Gesta Danorum; su autor Saxo Grammaticus, un danés del decimosegundo de los siglos que le daba a la péndola con vehemente fantasía. Con parecida frecuencia, y sin que ello sea de considerar como causa y efecto, me hace largas llamadas para inquirir mi opinión sobre algo que esta en camino de verter al castellano. Dice que la gramática es un juego muy holgado, que prefiere mis opiniones sobre lexicografía, sintaxis, fonética, prosodia y esas cosas antes que las de un casposo diccionario. Eso demuestra tres cosas: su bondad extrema, el cariño que me guarda y la cantidad de escrúpulos lingüísticos que los traductores concienzudos llevan en la cabeza.

¡Coño!; nada nuevo bajo el sol, colegas.

En la pesquisa que cura y barbero realizaron en la biblioteca de mi Señor don Alonso Quijano [Libro-I, Capitulo-VI], dice el pater, a propósito de la obra del poeta Ludovico Ariosto:

- Ni aun fuera bien que vos le entendiérades - respondió el cura* -; y aquí le perdonáramos al señor capitán que no le hubiera traído a España y hecho castellano; que le quitó mucho de su natural valor, y lo mesmo harán todos aquellos que los libros de verso quisieren volver en otra lengua: que por mucho cuidado que pongan y habilidad que muestren, jamás llegarán al punto que ellos tienen en su primer nacimiento.

* La replica es al barbero, quien había manifestado poseer un ejemplar semejante pero en italiano. Lo cual no le capacitaba para emitir juicio alguno, pues confiesa haber intentado leerlo sin entenderlo.

........................

¡¡¡Maldito fax, cuanto me toca los colgones!!!

... Nada sobresaliente. Veamos como lo suelto de una tacada: Es sobre las variantes de un moho utilizado para la producción industrial de un ácido orgánico implicado en la fabricación de la resina que acompaña al papel de embalar que ha de estar en contacto con alimentos... Si me da por ahí, recuerden que uno es propenso a la payasada libertaria, otro día lo contare al detalle.

Pongamos que estoy en el mercado:

Voy a preparar consome (morcillo de vaca, zanahorias, agua, puerros, despojo de gallinas, apio, huesos blancos, cebolla picada, pan tostado, huevos, aceite y cebolla tostada), perdices con uvas ( perdices, salchichas, trufas, un huevo, champiñones, zanahorias, cebolla, jerez, agua, pimienta en grano, uvas blancas, uvas negras y manteca) Babarua de naranja (naranjas, un limón, huevos, piña, nata, azúcar, cola de pescado, agua, mantequilla y cerezas confitadas). La manteca de cerdo y las uvas negras no han sido fáciles de conseguir. Y perdonen que no me extienda en las cantidades y modo de preparar la minuta, pues esto esto es un mero listado enumerativo.

Cierto, el fax me ha metido prisa y es de entender que marche un tanto atropellado. Igual me da; es lo bueno que tiene ser timonel y remero a la vez. Sigo:

A mercadear abastos con fundamento enseñome mi madre, dama tan ahorrativa como generosa inmunizada de nacimiento contra las garatusas antideportivas de los tenderos. No es malo, por demás, salir al albur de la vida con doctrina suficiente para evaluar la calidad de lo que uno se ha de llevar a la boca.

Abastado como el reglamento manda enfilo una calle sombría y angosta y meada, cuidando de sortear los filos asesinos de un centón de botellas rotas. Me muevo, sépanlo ustedes, en la ciudad mas sucia de Europa; en la comuna vecinal donde los guarros por excelencia nacen por generación espontanea. Tiene la ciudad timbre y gloria, escudo y un lema heroico larguisimo al que es de justicia añadir: “Y LA MAS COCHINA DE OCCIDENTE”. Veo poco y pedaleo con temor, de oído. Esta calle peatonal en concreto es como una autopista a la que se hubiese suprimido el peaje. Cuando tomo una rua encalcetada (calle estrecha con el firme de paves) la mochila baila enfadosa a mis espaldas. No hago caso del incordio con el que cargo, puesto que dos bocacalles mas allá está el bareto al que me dirijo: un antro que, pese a la roña y su mimetismo con el entorno, no deja de tener gracia y encanto.

En tanto amarro la pedaleta a una señal de trafico innecesaria creo ver, entre los puntales del andamiaje de un edificio en restauración, al señor "Destripador"; aunque acaso sea un canónigo que deja matutino y de tapadillo a su barragana. Cruzado mi particular Rubicón observo que la luz y el calor son los primeros signos del cambio. Gracias a quien mueve las ollas, a la hora y al precio del condumio el local esta casi lleno. Un vaso de vino y una cazuela de bacalati con pimientos y tomati van a ser los solazables fundamentos de mi pedido. Mientras espero a dictar la comanda me da por recordar aquellos cinco motivos que don WiKram, escribano de oficio del magistrado de Colmar allá por el siglo XVI, apuntó a la hora de beber vino en su «Art de boire»:

1.º L' arrivée d'un hôte.
La llegada de un huésped.

2.º La soif présente.
La sed presente.

3.º La soif future.
La sed futura.

4.º La bonté du vin.
Las excelencias del vino.

5.º Toute autre cause...
Cualquier otra razón...

Mientras como sentado a una de las pocas mesas libres observo que hay muchas caras conocidas: Una puta borracha de ultramar babea melancolía sobre lo que me parece un batido; cuando se la tercia dice a quien este a su lado: «Dass cisgarrro amoorr» «Pues claro, morena»; y si se lo dan lo guarda en un paquete arrugado. Dos taxistas cambalachean con unos embutidos que dicen ser sorianos. En la tele, abusiva en su volumen acústico, dicen no-se-qué sobre don Zapatucos el de las Mercedes. Unos esquiadores trasiegan pacharán y bollos. El ciego del puesto de la plaza de al lado reniega contra un carcamal que entrena a no se que equipo de "furtból". Un deficiente llega con los periódicos de la mañana; salta un troll de su asiento en la barra y se los quita de las manos. Deslumbra la pandilla basurilla cuando entra de naranja y amarillo; el conductor del camión me dirige un gesto de saludo; le conozco porque hace muchos años me servia gasóleo. Al remover los pies bajo la mesa doy con una caja de naipes,vacia; la cojo, y mientras la hago girar sobre la mesa pienso en un adivinanza para los colegas del bar: «A ver, bandarras, en los números entre uno y diez millones, ¿hay más números en los que aparece el numero 7, o números en los que no aparece?». Entra un cojo con una brazada de cebollas y ajos. Las tragaperras giran al tiempo que emiten mecánicos cantos de sirena; publico no les falta, y su estúpida vehemencia me trae a las mientes unos versos de Lope de Vega: «pues que lo paga, es justo / hablarle en necio para darle gusto», claro que el fénix de los ingenios se refería al ignorante vulgo que acudía al teatro. Los gemelos España llevan zampada media docena de huevos fritos por barba; están congestionados y sudan; cuando se pellizcan la camisa para separarla de la panza temo se despeloten y, en plan Pazzi*, salgan a revolcarse por la calle para refrescarse. Ruido de cacharreria caída tras la barra. Entra un municipal a decir algo a la pandilla basurilla; cuando sale observo que a duras penas puede con la parafernalia que le cuelga de la cintura. Pi el de los camiones me pide el cuchillo para cortar la cuerda de un paquete que acuna entre los brazos; echo la mano al bolsillo y le paso la navaja, pues desde los diez años toco con virtuisimo el cortante instrumento; uno que va con el y a quien no conozco hace gestos de asentimiento, se le ve hombre de campo y me comprende. Maruja (tira un pedo que ruja, bromean con ella) la estanquera se desembaraza a mis pies de una saca de tabaco; luego pide a gritos la llave de la maquina y me tira sobre la mesa un caramelo. Llegan los de la auto escuela y por lo que sea les abuchean; cosas del fútbol, creo yo. Dos jovencitas miran, husmean y acaban sentándose a mi lado; chocolate, zumo y churros es lo que comandan; aparto la mochila para que se encuentren mas cómodas y sonríen; una habla de liposucciones y la otra, indiferente, ojea tras colocarse unas gafas un texto de Keats, lo cual me sorprende y ha dado lugar a esta posada. Llega uno de mis hijos con el doctor Caballero; este acaba de finalizar su guardia, aquel viene a contarme una milonga que cuesta dinero...

* Pazzi, María Magdalena de; 1566-1607; canonizada en 1669. Una de aquellas excepcionales carmelitas visionarias tocadas por arrebatos místicos y patológicamente obsesionadas por la simbología de la sangre. María Magdalena (bautizada como Caterina) es fama que sufría tales ardores corporales, trasunto del consuntivo amor divino, que, no era raro se despelotase para arrojarse al agua helada. Era esta hija de Camilo Geri de Pazzi y de una Buendelmonti; o sea que la casta le venia de su famosa y conflictiva familia: güelfa y florentina. En 1478 su antepasado Francisco Pazzi liose la manta a la cabeza y metió hierro a Julián de Médicis: esto tuvo como agravante el haber ocurrido en Santa María del Fiore, durante la misa y en el momento en el que el celebrante alzaba el "copetín divino". El atentado tenia como objetivo a Lorenzo el Magnifico, y era una parte mas en el desarrollo de aquel correr de sangre que vino a llamarse “conjura de los Pazzi”.

El bacalati de mimo, como siempre.

- Mire usted, don Tarsicio, es que a mi el bacalao hasta con moscas.

- Será usted marrano...

- Según se mire, oiga; si hacemos cuenta de que en la tradición rabínica las moscas son los sueños de don Belzebú, pues un bacalati así ilustrado no deja de ser un gozo suplementado.

- Parece usted bobo, caballero.

- Que le den por el cu...

- ¡Oiga..!

- Tiene usted razón, lo lamento. Ha sido cosa de mi gusto por la libre expresión y de esta bocaza canalla que Dios me dio...

................................................................

Toca a estas alturas, mas que otra cosa para dar fe de la salud de mi cabeza, aparejar un dueto de poemas de los que guardo en el cartapacio de "Curiosos y Raros". Surgió la idea, ya lo he apuntado párrafos arriba, inmediatamente después de dejar aquella surrealista geografía de voces, tintorro, camaradería fingida, fritangas y bacalati con tomati, espoleada la imaginación, justo es reconocerlo, por una pulcra e inusual lectora de poesía. A ella y a quienes se dan sin complejos al placer de la lectura, dedico esta capillada.

Escribe Camilo José Cela:

En la Caja de Ahorros Provincial de Málaga se conserva el archivo de don Narciso Díaz de Escobar. En el figura la carta que le dirige el poeta Salvador Rueda con fecha 4 de abril de 1887 y que contiene, firmado por Un Follador, el soneto El cohito (sic) que copio a continuación:

Tras el flotante y blanco cortinaje

que oculta el lecho como dulce nido,

un ardiente galán, de amor rendido,

tributa a una hermosura vasallaje.

----------

Sacándose la polla con coraje

a la dama la enseña enardecido;

y alzándole las orlas del vestido

la provoca con lúbrico lenguaje.

----------

En el lecho en que amantes se embelesan,

sus lenguas sonrosadas se entrelazan:

y aquel incendio del amor lo expresan

----------

cuatro brazos convulsos que se abrazan,

cuatro labios ardientes que se besan,

y un cipote y un coño que se enlazan.

Don Ildefonso-Manuel Gil escribió en 1950 a propósito de un poema inédito de Zorrilla:

Debió ser buena, para los espectaculares poetas de entonces, la existencia de un salón donde pavonearse y en ocasiones merendar...

[...]

Valioso elemento auxiliar de la estrategia femenina y ornamento gracioso de aquellos salones fue el abanico. Y como tal no sólo fue cantado por los poetas, sino frecuentemente ennoblecido con sus versos autógrafos. Y en uno de estos bellos abanicos es donde he visto unos versos inéditos de Zorrilla...

[...]

Contaba ya el poeta sus sesenta y siete años cuando escribió estos versos. Faltaban menos de nueve para su muerte y estaba por aquellos días en plena gloria concretada en homenajes públicos, que llegaron hasta la inauguración del teatro Zorrilla en su Valladolid natal. Nos cuenta don Narciso Alonso Cortés en su monumental obra sobre la vida y las obras del poeta, que desde su regreso a Valladolid, el 21 de septiembre de 1884, hasta el 31 de octubre, en que se inauguró el teatro de su nombre, Zorrilla fue aclamado y admirado en actos públicos y en reuniones particulares. Cita como ejemplares las celebradas en los salones de los condes de Oliva. Quizá en una de ellas fue solicitado este este autógrafo y tantos más, que sabe Dios dónde andarán.

[...]

A RAFAELA

¡Rafaela de mi alma, tú desvarias!

¿Quién ya estima en el mundo mis poesias?

Yo no me explico

Que leer mis versos quieras en tu abanico.

Mas esclava de de tu alma mi alma se siente:

tú mandas, yo obedezco: ten, pues, presente

que estas endechas

Para serte ofrecidas sólo están hechas.

Yo no escribo ya versos: ya no me inspira

mi muerta fe, y mi musa rompió su lira.

De tu abanico

no obstante, Rafaela, préstame un pico,

y lee en él: " pues que versos mios deseas

por tu afán generoso bendita seas,

y al aire leve

de tu abanico al alma la paz te lleve.

Hoy en tu alma tan sólo cabe el intento

de volver mis endechas a dar al viento:

y así me explico

que las prestes el aire de tu abanico.

Cuanto Dios de su palma soporta encima

no es mas bello que el alma que a ti te anima:

de tu alma hermosa

igual a la hermosura no existe cosa.

De tu abanico el aire la faz te arome,

y en él de tu alma efluvios la mía tome,

¡ves que edifico

castillos en el aire de tuabanico!"

"Dios de estos pobres versos que en él te escribo

haga de tus pesares el lenitivo,

y cuando orées

tu faz con ellos, logres cuanto desees.

¡Adios! - Ojalá lleven en su escritura

de Dios las bendiciones y la ventura!"

Yo le suplico

que un talismán te haga de este abanico.

(Valladolid, 24 de octubre de 1884)

JOSÉ ZORRILLA.

Apostilla también el señor Gil:

Estos versos no enriquecerán demasiado la obra editada de su autor, pero tampoco la empobrecerán, pues hay en ella muchas, muchisimas tiradas de versos bastante peores...

Y Rafaela contenta como unas Pascuas. He dicho.

Don Gaiferos (el "don" es imprescindible)

Suscribirse a: Entradas (Atom)