sábado, diciembre 23, 2006

Chanzoneta Pascual




No curemos de apriscar,

aburramos la majada,

que mia fe gran embajada

un zagal oí cantar:

que vamos sin más tardar

hacia allá,

en Belén do el Niño está.




Don Gaiferos (El "don" es imprescindible)

Publicado por Don Gaiferos en 10:59 a. m. |  
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miércoles, diciembre 20, 2006

De Mariposas y Redes Neuronales.


Lo que sigue debí de posarlo hace días, en el punto y hora en el que Cajal, a secas[1], fue galardonado -cien años atrás- con el premio Nobel de Medicina[2]. Al hecho de que no lo hiciera llámenlo ustedes como gusten: dejadez, estupor crónico, despiste o tontuna. Pero ya puesto a ello, aunque de forma somera y precipitada, mejor continuar que revolcarme voluptuoso en la veredaautocomplaciente de la culpa.

La hermosa figura con la que titulo esta posada (aclaro que el escribiente siempre ha llamado al post, posada; manías léxicas, supongo...), si acaso un pelo descontextualizada, pertenece a Cajal, don Ramón, irreprochable padre de la neurofisiología, ganzúa que saltó los cerrojos de los hasta entonces impenetrables misterios del cerebro; disciplina que enfrentó al hombre con su mismidad, con el conocimiento minucioso e intimo del laberinto físico en el que residen los sentimientos, las sensaciones, la inteligencia misma...

A quienes habitualmente leen sobre
cuestiones científicas les resultara de todo punto imposible negar que aun hoy en día, un siglo después de haber sido mundialmente reconocido, Cajal continua siendo referencia obligada en la literatura científica que a su especialidad concierne. Por decir verdad su teoría de la neurona como unidad morfológica y funcional del sistema nervioso, conserva una vigencia insospechada en el estudio de la anatomía y patología nerviosas. Es decir que las rectificaciones, con la actual tecnología o sin ella, han sido mínimas, debido más que nada a la minuciosa atención con la que don Santiago aplicaba el ojo al microscopio. Mas claro: Cajal, seguramente entre los mejores técnicos fotográficos de la época, observó sus muestras "pixel a pixel" y como tal las dibujó. Cajal consiguió (y no es baladí el logro) a fuerza de paciencia y resolución que un acontecimiento óptico indefinido (le) mostrara su estructura original.

Y esto fue en España, patria de Cain; lugar en el que se aplaude en contra y no a favor; país sobre el que recae la maldición de los malos gobernantes: indolentes unos; enemigos de todo tipo de excelencia académica otros; quisicoseros y chanchulleros hasta los más aptos; papanatas localistas el resto. Hideputas... por acortar. Tal fue la ciénaga de pecados de la que emergió
Cajal. Don Guillermo Fatás cuenta así aquella dura cotidianidad:

«No fue un azar. Fueron años de búsqueda rabiosa, concentrada, acerca de todo género de detalles sobre el tejido del sistema nervioso en la médula, en la retina, en animales, en embriones, en restos humanos, en el tálamo óptico, en la corteza cerebral. Montañas de pequeñas anotaciones, de descripciones minuciosas, de mejoras en las tintaciones de los preparados para microscopia, de combate con el tiempo, con la penuria, con las oposiciones a un puesto docente remunerado -ya, entonces, frecuentemente caciqueadas-, con la falta de instrumental».

Toca tascar el freno. Me conozco y no quiero terminar divagando mientras contemplo embobado el dedo que apunta a la Luna.

Sea todo en honor de
CAJAL (Hijo de larresanos, como recalcan sus biógrafos. Nacido en Petilla de Aragón, 1852 - Finado en Madrid, 1934)


* * * * *


NOTAS:

1.- Como reza en el pedestal de la estatua que, obra de
Victorio Macho, le inmortaliza en el Parque del Retiro.

2.- Premio a pachas con
Camilo Golgi, inventor del método de impregnación del tejido nervioso con sales de
plata, que Cajal desarrolló con técnicas propias.




Publicado por Don Gaiferos en 6:51 p. m. |  
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domingo, diciembre 10, 2006

De clases sociales, y de don Jehová y Eva, señora de Adán.


Pinrreleaba enfrascado en mis cosas por un parque cercano a casa, cuando una pareja de náufragos, surgida de entre una turba de párvulos depravados, me abordó con la delicadeza de un tiro de mierda en la boca. Con un cigarrillo entre los labios ella, vestida todo de negro y calzada con algo así como peanas de santo en procesión, enhebró un gangoso monologo que no supe interpretar si como maldición, saludo o fanático recitado.



Mas bastó que yo hiciera ademan de escurrir el bulto para que él, tres cuartas más bajo que su compinche y con un careto como de títere agarrotado, introdujera una zarpa enemiga del jabón en un bolsón de lona semicerrado. De ahí a librarse de una contundente patada en sus partes privadas le salvo un milagro.


Es decir que durante ese instante en el que dude si sacudirle o no, pudo el hombre sacar un periódico y mostrármelo. Luego me lo ofreció por un precio exagerado. Contrito por mi sospecha infundada se lo compré sin ni siquiera mirarlo. Y aún no había tenido tiempo de borrar la sonrisa lela que llevaba pintada en la cara cuando ya los malsines -tras sortear a los escolares, reptar por entre la mierda de perro que punteaba el césped pelado y disgregar a un grupo de palomas-, regateaban a un grupo de madres ociosas para encaminarse hasta una panda de jubilatas que picardeaba a la solana.



Si no fuera porque hizo el "papel" de soga que tira del caldero, ahora mismo enfundaría sin gastar ni un cartucho mas en aquel mamut lanudo que la sorpresa y cierta lacerante hemiplejía mental me colocaron bajo el brazo. Si, he dicho mamut lanudo y para nada me desdigo, pues al poco me vi, al provecho de la terracilla abrigada de un bareto descategorizado, con una reliquia inexplicablemente viva entre las manos.



Se trataba de una publicación en papel basto e impresión miserable; en portada destacaba una gran estrella que quería pasar por roja sin conseguirlo, ornada con lo que se supone son signos revolucionarios. De su contenido de bouquet chequista ni hablar por alejado de los tiempos, por vacuo y de interés nulo; por lunático y, mas que nada, porque no conozco ni falsilla que seguir, ni excipiente que suavice el trago de lectura tan desquiciada. Si observe, sin embargo, que los hooligans de la "casa estrella" sostenían una devoción desmesurada por achacar todo mal a eso que ha venido en llamarse "diferencia de clases". Pamema que conociéndoles de primera mano vino a recordarme aquella seguidilla que dice:



«En cama el boticario

dice a su hijo:

- No me dés cosa alguna

de la botica.»



Y tal machaconería me trajo a las mientes algo recién leído sobre la intervención divina en la formación de las diversas clases sociales. Y es llegado a este punto donde me apetece -¡no sabéis cuanto!- largar lastre por lo menudo sobre los antecedentes de lo que continua. No lo haré empero. Nada diré, pues, del fincorro en proceso de recalificación que don Jehová tenía cabe los cuatro ríos, ni de sus guardeses: bobalicones y felices como conejos; tampoco lo haré sobre el numero de manzanos y sobre la variedad de los mismos que, abrigados y ahítos de agua, medraban a ojos vista; ni sobre si a don Jehová le chiflaba la compota y al guardes don Adán la mermelada; ni tan siquiera diré palabra sobre aquel ejemplar único de reineta del Bierzo por cuyo fruto don Timoteo Von Thaumaste, diablo de tercera, vino a ver como la mujer pariría con dolor y otras chorradas. Menos lo haré, por si la suelta de lengua me repara algún garrotazo, del cuerpo de sacamantas que con obediencia ciega al terrateniente servían.



Y tras este decir que es callar, esto es lo que me queda:


«Como exponente literario del arraigo de la idea estamental como ordenación providencial de la sociedad, quisiéramos aducir otro testimonio, no por menos conocido menos elocuente en su ingenua y primaria sinceridad. Si bien por la fecha no pertenece este testimonio propiamente a los siglos medios, está, sin embargo, henchido del ethos social medieval, el cual, por lo demás, sobrevivirá en pleno Renacimiento, no sólo en la tradición escolástica, sino también y con singular fuerza, aunque con marcada rigidez, en la teología luterana de la sociedad. En un auto de Carnaval y en un poema, ambos titulados Los desiguales hijos de Eva, Hans Sachs (1494-1576), el más célebre de los maestros cantores de Nuremberg, popularizados por Ricardo Wagner, describe con buen humor cómo Dios Nuestro Señor, después que hubo arrojado del Paraíso terrenal a nuestros primeros padres, les anuncia su visita a la tierra. Eva, madre presumida, sólo quisiera presentar al Señor a sus hijos bien criados y de buenos modales; y a los otros, mucho mayores en número, “torpes, groseros y romos”, los esconde en el granero, entre el heno y la paja, o los mete en la boca del horno. Cuando el Señor aparece, los obedientes niños se inclinan muy cortésmente, le dan la mano y se arrodillan ante El. Contestan respetuosos, como en la escuela, a las preguntas que les hace el Señor, después de lo cual Este les bendice, diciéndole a uno: “Tú serás un rey poderoso”; a otros, “tú, príncipe”; “tú, conde”; “tú, caballero”; “tú, un rico burgués”, y al último, “tú, un doctor sabio y erudito”. Al darse cuenta Eva de cómo el Señor distribuye con mano generosa tales mercedes entre sus hijos más agraciados, siente lástima por los demás, y, confiando en que la gracia del Sñor también les alcanzará, los hace salir de sus escondrijos. Pero cuando


“la turba tosca, despeinada,

tiñosa, piojosa y lacia,

llena de arañazos, sucia, desmañada, torpe,

ineducada y rústica”


aparece gritando ante el Señor, no puede menos de moverle a risa. Y como Eva pide también para ellos la bendición, distribuye entre éstos las profesiones inferiores: “Tú serás labriego; tú, pescador; éste, herrero; aquél, sastre; el otro, tejedor; el de allá, zapatero”, y así sucesivamente. Eva se queja de la desigualdad de las mercedes recibidas; pero el Señor le explica la necesidad de que haya superiores e inferiores en el orden total del mundo:


“No podrían los unos vivir sin los otros,

si todos fuesen príncipes y señores.

... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...

Que un oficio mantenga al otro.

Con ayuda de mi divino poder,

que se sustenten en la tierra todos,

cada uno en su estado,

que así el linaje humano

se articule en unidad

como en un cuerpo los miembros”»*



*ANTONIO TRUYOL Y SERRA.- ‘La FILOSOFIA JURIDICA Y SOCIAL EN LA CRISIS DEL MUNDO MEDIEVAL’.- Artículo publicado en la REVISTA INTERNACIONAL DE SOCIOLOGIA (Año V., Número 19, Julio-Septiembre de 1947)

Todo visto

Don Gaiferos (El "don" es imprescindible)



Publicado por Don Gaiferos en 5:45 p. m. |  
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sábado, diciembre 02, 2006

Gaudeamus Igitur (**)


Me cagüen la leche. No pudo ser; no hubo manera. Vino a resultar que a él, a mi colega y amigo Pepe, le otorgaron su novísima licenciatura sin calzarle birrete ni toga ni trapo significativo:o sea que le dejaron con la cocorota y las canillas al aire que se dice. No hubo, por lo que cuenta, pífanos, ni tambores de epinicio académico ni, tan siquiera, incomprensibles disertaciones profesadas en latín escolástico.

Una pena de ceremonia en definitiva, que, de haber sido más rumbosa, el licenciado don José, atendiendo a su espíritu esteta nos la hubiera descrito graciosamente con pelos y perendengues. Eso que perdimos... Eso que perdieron quienes se desentienden, por contrita actividad de ingenio nulo e alegre vida bien pagada, de toda actividad fastuosa que parezca apearlos de su estatus de sabios.

Personalmente me pregunto en que andarían el Mestre General de Ornato y Protocolo y sus adlateres; acaso estuvieran, digo yo, reunidos a cencerros tapados y pasándoselo teta en algún algodonoso
cirro-cumulo, bien practicando el yoga ibérico (siesta), merendando cigüeña que no tornó al campanario o conspirando para joder al Anticiclón de las Azores: Tonterías?

Tonterías no, que no pienso - de momento y hasta que me haga con ciertos imprescindibles datos - colocar a los julays de protocolo de la docta casa al mismo horrible nivel de desorientación vital que, por ejemplo, el de las zopencozapaterozeroladas ministras de cuota; esa rezogante
especie que con cerebros seis o siete tallas por debajo de la necesaria, brinca de alegría y baila con regocijo al contemplar como la naturaleza consigue que los ríos pasen por debajo de los puentes.

Acoto: En mi opinión no hacen estas de menos a sus compañeros de gabinete, tipos mentalmente descatalogados por la historia y el uso y únicamente en activo por la ignorancia ajena y su eminente inutilidad.

Vuelvo a acotar: En general toda la clase política española (los partidos me importan un huevo e irremediablemente mi crítica siempre caerá sobre el gobernante) se pinta sola para mostrar su supina ignorancia sobre todo lo que toca. Es decir que, por lo que toca a la inteligencia y "entendimiento", no se podría casar a ninguno con un asno sin dispensa eclesiástica... Pero “uno no piensa lo que quiere, sino lo que puede”, me parece que dijo
Hébert.

Ya estamos: ya estoy, quiero decir, chancleteando de nuevo y sin miramientos en jardín ajeno. No tengo remedio. El ánimo de criticar con incivilidad y mal café puede conmigo. Es mi sino. Los
cebones que mediante sofismas quieren pasar por flor de la honestidad me vuelven botafuego. Y aquí una pregunta:

¿Será bueno este reiterativo escupir sobre la estulticia? Seguramente no, si es que quiero que este espacio no se asemeje a ese otro que, socapa de servicio publico, llevan las revistas y periódicos con el nombre de «
Cartas al Director»: lacrimoso y monótono invento, seguramente británico, a propósito para despotricar contra cualquier nimiedad, supositicia o no, que caiga a mano. Pero con ser terribles estos tiquismiquis de patio de vecinos que con tanta fruición le dan a la pluma, mas deletéreos aun, si cabe, son aquellos que tras arduos esfuerzos seudoliterarios pontifican una y otra vez, moralizantes, sobre todo lo divino y humano. Categoría a la que no deseo pertenecer.

Pero veníamos hablando aquí de ceremonias de licenciatura y de licenciados... de nuestro licenciado. Así que diré que a quienes le apreciamos esto del cubrecaspas nos resulta indiferente, aunque personalmente no deje de pensar que con el paño encajado hasta las orejas hubiera compuesto buena figura para un retrato de
galería.

Queda, ahora, vestir a nuestro héroe como a un
Niño Jesús de Cartolinha que se tocara con montera, auparle a una mula dócil y de paso animoso, avituallarle con reciedumbre acertada y, si fuera al caso, despedirle con una matimba guanacaratesca allí donde la ciudad fina; al hombro portaría una lupara con ojos de los que agarrotan y achican los genitales, y en la caña de una de las botas de tacón cubano una lengua de buey veneciana. Huelga decir que en adelante su hogar seria las leguas que le separasen del París de la Francia.

Y sepan los libelistas que allí, en su destino, en el
París del Sena, no es trabajo de nuestro brigadista el de conceptuar por triangulación e inversa catenaria el culo de las peponas que migas comen y migas hacen en la sala de compinchazgo del Vauvert. Va, sépanlo, como adelantado de ese sacaperras que antes se llamaba pupilaje y ahora se llama master. Va de colegial al de Navarra, y, a la vez, por ganarse unos durillos y de paso y por el mismo gastar la enemistad perpetua de corchetes, damiselas vanilocas, domines de pan mojar, lechuguinos de fino pisar, avarientos, misacantanos, jetas de colegio y plaza, posaderos, rectorales asexuados y, como no, togados de la Sorbona..., va, digo, de pasante de mi mentor don Panurgo, hijo de carne de placer y de mi señor don Rabelais, factótum de monsieur Pantagruel, bachiller en trapacerías, cagajanoro de tiro largo y apuntar certero, cortabolsas, pífano ambulante, palpa cricas, borrachuzo, vagamundo, limosnero fingido, canalla magnifico, hampón, putero, devoto hipócrita, burlador de sombras, tempestad y llama de París de Francia...

A eso va.

Don Gaiferos (El "don" es imprescindible)

Publicado por Don Gaiferos en 9:48 p. m. |  
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