martes, abril 15, 2008

Pensando a Dirac desde el "Barrio de los Oficios" (I)

De Ávila llega un pelaire,
de Burgos un cerrajero,
de Palencia un alguacil
ha traído su consenso.
A Salamanca se escucha
por la voz de un pellejero,
por Medina un tundidor
y por León un herrero.


Una ligera presión y cesa el rugir orgánico de la radio, donde un hablantín de alborada, oriniento como llave en el fondo del mar, ¡matarile!, venia opinando que no le faltaba a don Camilo su cuota de razón cuando dejó escrito: “Don Ibrahin de Ostolaza y Bofarull II le dijo a don Silverio el Ecónomo IV: La Compañía de Jesús, el Partido Nacionalista Vasco y la ETA, son una y la misma cosa en diferente grado de maduración”. Salgo a la calle con una mano ocupada en una bolsa de libros que pesa como rueda de carro; con la otra me sirvo nicotina: C10 H14 N2 o (S)-3-(1-metilpirrolidin-2-il) piridina, como jamás pronunciamos los del oficio pero coloco aquí por puro culto al feísmo. Puesto que pertenezco a la obstinada y casi extinta grey de los “cal-cantanos”, a trechos silbo o canto, y , en tanto el sol se hace explícito sobre los viejos depósitos del ferrocarril, mi anima rural añora el canto del gallo: gallo que no canta... Sigo adelante, elucubrando, haciendo cuenta de las diferencias que hay entre pensar, imaginar y fantasear. El camino de lodo al que en la ciudad llaman río parece resuelto a mostrar su verdadera naturaleza acuosa. Acuosa y asquerosa.

- Las monjas tienen poderes, tía... - dice la más mona de las tres adolescentes con las que me cruzo; el resto de la sentencia se me escapa y en la memoria del viento queda.

Sufro una quemadura en la planta de un pie (nadie en su sano juicio acertaría a adivinar como me la hice) y camino con la parsimonia lucida de un boyero que acarrease nitroglicerina. Ingreso en el Barrio Viejo, llamado ahora con eufonía municipal Casco Antiguo, donde la naturaleza del firme de la calzada me obliga a caminar como si llevase una estela funeraria pendiente de los colgones. Las calles se estrechan, y por entre el tajo de sus tejados observo como las nubes mudan de nariz y de orejas y de boca... de peinado.

- Y primi fili Adami et Evae fuerunt Cainus et Abel; quorum hic pastor, ille fuit agricola. Uterque obtulit dona Domino, sed dumtaxat dona Abelis, quae á recto espiritu procederent, placuerunt Deo: quidod quidem Cainus moleste tulit, atque ita invidia correptus, fratrem interemit. Tum Deus maledixit Caino, qui veniam desperants, fugit...

- ¿Como dice usted?

- Digo que el viento es el cirujano plástico de las nubes.

- Pues va a ser que si, oiga.

Mediada la Cuesta del Convento me adelanta un tipo de aspecto ruin que cojea con muy mala traza. Debe de estar mochales el cabrón, puesto que durante el acto de dejarme atrás saca la lengua como can y da en pasar por ella, compulsivo, el pulpejo de uno de los pulgares, acaso soñando despierto en pasar las páginas de una Biblia a la viceversa. Al tiempo que esto ocurre alzo la voz y canto: “Los cojos para bailar llevan la fama / pero para trabajar tienen la patita mala” . Y no es que tenga yo cosa alguna contra los cojos, oigan: ahí esta, por ejemplo, micer Hefesto, zoppo y feo hasta rabiar con quien por lo común hago buenas migas. Claro que, cuando donna Afrodita, la de los muslos flojos y querencia por el pampanaje de cualquier mastuerzo por natura bien dotado, pone al maestro herrero en suerte de varas, seca este como primera provisión la bodega de don Zeus (por eso y no por otra cosa opositó a olímpico copero), y perdidos bonete, tenazas y martillo trasmutase en un perrezno insoportable... ¡Cuesta superada!. Giro a la izquierda, enfilo la plaza y a la altura de la Cal de Putas doy con ocho o diez miembros de la compañía de escobas del Corregimiento; son hembras la mayoría, y todos y cada uno porta un bocadillo capaz de dejar con bascas de hartazgo a mi señor Pantagruel y compaña.

Calles angostas las que pateo. Ruas de lacónico tiro en las que el aliento tóxico de de los furgones de reparto agrede a los sentidos. En la túnica compleja de ese aire enrarecido, estampado queda el concierto de las horas que pronuncian unísonos los campaniles. Qué se yo porque desacuerdo me vienen unos palabras de Stendhal a la punta de la lengua: “Voici des détails exacts”. Callejeo dolido, congestionado y tieso como "Cipote de Archidona"; pesa la letra de la bolsa que acarreo y a cada sorpresa la mudo de mano. ¿Quedaran extraviadas palabras por el camino?. Un chino tira de un carro del que rebosan comestibles cuya fetidez disimula el plástico con el que van amortajados; tiene la jeta de batracio y los andares de un mulo de artillería; hace un alto, ceba el cañón con un mugido de res carnicera y dispara un lapo que, en cuanto a color y tamaño, recuerda mucho a una tortilla de espinacas podrida. Retoca luego la obra con la punta de pie y continua su venenosa y sínica marcha. Todo con una espontaneidad que no necesita de estimulo alguno. Y ahora, el animo regenerado tras la avalancha, dudas: ¿Hacer presa en su cuello hasta que cruja como rama seca? ¿Reprenderle ásperamente? ¿Vitorearle por el prodigio a mis ojos ofrecido?. No acierto a decidir conque eslabón quedarme, así que, con cierta simpatía y cerrando los ojos ante la prueba de cargo, opto por silbar un fragmento de “El Huésped del Sevillano”.

- Es usted bobo, don Gaiferos. ¡Mira que dejar sin su correspondiente zurrapelo a un chino que empuerca la ciudad...!

- No se moleste usted, don Pepemeremenegildo, pero servidor tira más por lo simbólico.

- ¿Como?

- Que el símbolo es -sub ratione psychologica- vehículo transparente de la imagen.

- ¡Hostia, tu...!

Rugen cerrojos y puertas y trapas; rugen las tripas "añudadas" de quienes sin catar bocado van al tajo. Se afanan los tenderos madrugadores. Va la cigüeña parroquial del nido a la charca. Pasa con la rigidez somnolienta de boa ahíta la "manga-riega-que-aquí-no-llega". Se saludan con sintaxis coloquial los avenidos a la hora.

- ¿Como dices...?

- Digo que los que van y vienen a la misma hora se saludan, por costumbre, y aun si conocerse de otra cosa, mediante actos ilocucionarios declarativos... ¡Buenos días!. ¡Vaya bien!. ¡Que te jodan!. ¡Hasta mañana!...

- ¡Ah!. ¿Y eso sabiaslo tu ya, o enseñarontelo en la fabrica?

- Verá, don Teófilo, esto lo llevo en la mollera desde que don "Nicaso", el profe del Instituto que se suicido comiéndose una mala gramática comentara que, como el habla tiende al pragmatismo, debería de explicarse por su causa y efecto, por sus resultados interpretativos inmediatos. Le diré más: para el difunto y para un extranjero al que seguía, en el habla existen actos asertivos, comisivos, directivos, expresivos y declarativos...

- ¡Cojonantuan! ¿Pero... tu no andas, como da pregón tu madre, en eso de preñar a las mujeres que con picha no cargan?

- No señor, eso son infundios; servidor anda itinerante con una máquina de la verdad, paranoica y estresada. Saco empleados desleales, cónyuges cornupetas, funcionarios corruptos, falsas preñadas, jueces prevaricadores, obispos disolutos, violadores de arrepentimiento falsio, sanadores de pega, exiliados de pasar por caja, tullidos fingidos..., cosas de esas. Engaños.

- ¿Has enchufao a algún concejal de los d'aquí?

- No señor, los hideputas antes que dejarse tiran de cabritera.

- Naturranga...

Y sigo la trama vetusta de las calles, de acá para allá, a saltos beodos de caballo de ajedrez. Cargo con la vejiga llena y no puedo menos que envidiar a un chucho sin amo que mea indolente sobre un pilar de los soportales de lo que fueron casas del Cabildo. Ya no se ven perros vagamundos. Una pena la ausencia de su cervantina figura. ¿Progreso?. No lo creo. Me gustan los perros solitarios y emancipados, cata hombres, vivales; los perros de andar al albur que, en cuanto a orgullo, achican hasta la nada a sus congéneres falderos. De joven, uf... cuanto hace, les protegía a pedradas de los laceros. Cerbero me lo pague.

Me complace que las calles estén rotuladas con nombres de oficios viejos, de gremios, de artes. Nombres de afán y labor, identitarios; nombres que acaso den significado a un pueblo interesado en saber como fue un día. Su sonoridad, a la vez melancólica y honrosa, siempre es ocasión, para mi, de nuevas indagaciones conducentes a garbear por la historia a mi manera. Como es de ley.

Y, al humo de esta sobrevenida hoguera, decir que hay un texto, en catalán, capaz de embrujarme toda vez que a viva voz le leo. Expurgado por imperativos de tiempo que no vienen al caso, viene a decir así:

«... En quant a oficis de arts mecanicas, son los més de sabaters, sastres y fusters; hi ha agunas botigas de rellotgers, que cada dia se van extenent, perqué casi los més portan rellortge en la faltriquera; quinquillayres, cofieras, modistas; sense las de molts perruquers y chocolaters, que se van aumentant de dia en dia. Altres butigas de llibreters, los mes en lo carrer de la Llibretería; de argenters, fora alguns en diferents carrers, tots en lo carrer de la Argentaria o de la Plateria. Altras butigas de robas en est carrer de la Argenteria, Barris de Santa María del Born y carrer de Montcada; en lo carrer Ample las més de las butigas son de brodadors, pasamaners, quinquillayres, y altres de est genero en molts carrers y plasas de la Ciutat. Los calderers estan en lo carrer de son nom, vehí de la Boria; los blanquers y assahonadors prop del rech de la Esplanada; los courers, llautoners y estañers en la Boria; los guerrers, en lo carrer del Tallés los més; los escudellers, en los dos carrers de son nom; los daguers, en lo carrer de la Daguería, propr de Sant Just; los manyans, en lo carrer dit del Regumí y en los altres puestos de la Ciutat, los primers prop de la Capella de Sant Christofol y plasa de Correu. Los ferrers de tall, a la entrada del carrer del Hospital, cantonada a la Rambla y frente de la Bocaría. Los manascals y carreters en la Rambla y prop de Sant Agustí vell, ab tot aquell carrer del Portal Nou, etcétera. De arts lliberals, a saber: pintors, estudis de llegir y escriurer, apotecaris, metges, cirurgians y barbers; advocats, notaris y procurador; escribents notaris ab los del ram de Contaduria: marchsns, corredors de orella, fadrins de negoci, etc., ni ha de tots prou grosa porció en la Ciutat, com també butigas de adroguers.»

[...]

Excursions d'En Rafel d'Amat Cortada i Senjust per Catalunya i Roselló en l'últim quart del segle XVIII.

CONTINUARA.

Don Gaiferos (el "don" es imprescindible)

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