Un Cavaliere sordo en el predio de los zares.
Sin nada que hacer, y puesto que la ganduleria es deslomadora como oficio que requiere de capacidades especiales, he terminado, dicho con desmesurada indulgencia, con las narices metidas en gavetas ajenas de oficina ajena. Esto hasta dar, mira tu por donde, con unos folios mecanografiados a la vieja usanza en los que de modo algo incoherente se venía a hablar del modo en el que un vehículo tripulado debe de reingresar en la atmósfera terrestre. Y fuerza es decir que al hilo de aquel susurro satinado vienen estas voces.
Escribo incomodo desde un engendro con teclas con el que me faltan guiños cómplices. En el cubiculo de al lado mi colega K. abre el correo que le ha remitido un ‘piernas’ que no se encuentra a mas de veinte pasos. Eso y no otra cosa son las relaciones humanas. ¡Habrase visto majadero semejante!. A menos que se encontrase empollando, no imagino razón por la que "destalentao" de tanto fuste se viera impedido para levantar el culo y de cuatro trancos llegarse al zaquizamí en el que mi colega desperdicia excelencia, estudios y vida. A la vez, por el mismo precio y con un gasto justificable de energía, hubiera podido el energúmeno acomodarse los colgones (“el buen follador poca miga y buen colgon”, reza una conseja indemostrable que corre por las tierras en las que nací), descostrarse a tapadas el narigamen, largar un pedo en pugna por ver la luz, emprenderla camaleonicamente a lengüetazos con los pulgones que hacen menú de las tísicas plantas de interior, mirar al Tajo o guiñar un ojo al sol... brindis incluido.
Tente, Gaiferos, no despotriques mas. En casa de la estulticia todo abunda, y no es de razón que de las superfluidades hagas furia; huelga en paz, guardate de juzgar a estos tus estorbos, no sea que por curar disparate crecido hayas corrompimiento de las bilis, tal que aquellos señores dadaistas, dígalo Avicena o no, que enrojecían de carnes en los montajes de aquel señor de la Francia dicho don Cocteau.
Se acabaron chistes y alegorías. Toca ahora, puesto que mudar no es dañoso, sacar substancia y aprovechamiento de la peripecia vital de don Konstantin, el sordete estepario.
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Konstantin Eduardovich Tsiolkovski debió de ser como un Alonso Quijano mudado al predio de los zares. Nacido en Izhevskoye, un 17 de septiembre de 1857, leyó en su adolescencia a Verne con fruición, estudió un poco de todo y terminó como maestro de escuela en Kaluga, una aldea cercana a Moscú.
“A la fuerza ahorcan”, ¡no te jode!. Tubo el chico escarlatina, o algo así, quedando sordo para los restos. Cierto que los padres: de percheron bien mandado, yugada de bueyes, cochino para la invernada, pan de jornada y gallinas de poner, lograronle la trompetilla de un conde cornupeta recién viajado a París. Ni por esas, la sordera era profunda y la muchachada de la escuela elemental, de lo mas embrutecida. Guisantes, avispas, guijarros, agua gruesa, cagajones y vete a saber que, entraron por aquel conducto infame como grano en tolva de molinero. Y eso fue bueno, porque la criatura asesó lo que asesó con el único objetivo de mandar a los cabroncetes a la luna.
O sea que hasta que empezó a despuntarle la barba y tuvo poluciones nocturnas estudio en casa. A partes iguales científico, filosofo y místico, Tsiolkovski centro sus estudios en los objetos impulsados por cohetes, calculó la velocidad para escapar de la gravedad terrestre, sugirió que una mezcla de hidrógeno y oxígeno líquido sería el mejor combustible para impulsar cohetes, construyó el primer túnel de viento con objeto de realizar investigaciones aerodinámicas, concibió la idea de los satélites artificiales como elementos alrededor de la tierra y escribió libros y artículos que se adelantaban en mucho a su tiempo.
Alejado por decisión propia de los ambientes intelectuales universitarios, fue considerado por semejantes parásitos como un estudioso extravagante con el caletre lleno de pájaros. En 1893 había expuesto en su libro EL ESPACIO EXTERIOR, los principios que permiten el desplazamiento de un cohete en el vacío, y dos años después, en SUEÑOS DE LA TIERRA Y EL CIELO, las posibilidades de un satélite artificial.
Pobre como una rata la revolución vino a mejorarle una pizca la vida. Lenin, -otro visionario, aunque de otros locos quiquiriquíes- que supo de sus innovadoras ideas, ordenó que el gobierno soviético le asignara una pensión que le garantizara, al menos, una vida digna en aquellos años 20 de sangre y hambruna. En los años treinta las ideas de Tsiolkovski empezaron a ser reconocidas por la mema intelectualidad, acaso por puro canguelo, puesto que el poder soviético las utilizó como paradigma del lugar en en el que la Revolución situaría al hombre nuevo y regenerado.
Tsiolkovski sale en sellos, en carteles, en las devaluadas monedas de rublo; Tiene museo en Kaluga, un asteroide para jugar a la pelota, fama imperecedera y un cráter con su nombre en la luna.
La Ley de Tsiolkovski se escribe:
V = Ve ln m0/m1
Lo que quiere decir que la velocidad de un cohete esta en función del cambio de la masa del mismo. Mas claro: El cambio de velocidad varia con el logaritmo del cociente de las masas inicial y final. Esto implica, vaya bobada, que cambios grandes de velocidad únicamente sean posibles cuando la masa del cohete este conformada mayormente por combustible.
Como se ve, la expresión esta basada en el más simple de los casos: el movimiento del cohete en el espacio, exento de fuerzas exteriores que le perturben. Aunque para afinar un poco en el calculo, debemos de tener en cuenta otros factores. Pensemos que un cohete gana impulso quemando combustible y lanzando hacia atrás los gases de combustión. Es decir, el cohete ejerce una fuerza sobre los gases de escape y por la tercera ley de Newton (“La reacción es siempre igual y opuesta a la acción”), el gas ejerce una fuerza igual y opuesta sobre el cohete, lanzándole hacia adelante. La ecuación final que describe el movimiento de un cohete no deja de ser complicada, esto, porque un cohete es un sistema en movimiento de masa variable: la masa del cohete, como es fácil de ver, cambia constantemente a medida que se quema combustible y el gas de combustión es expulsado.
Sin animo de cansar y saltándome un montón de explicaciones y pasos:
Un cohete se mueve con velocidad inicial v; después de un intervalo de tiempo Dt, el cohete posee una masa m - sDms y se mueve a una velocidad v + Dv. El gas expulsado a la velocidad ve relativa al sistema (cohete) se mueve con una velocidad v - ve. La variación de la cantidad de movimiento del sistema cohete-gas expulsado es idéntica al impulso FeDt.
Luego la ecuación del movimiento de un cohete obtenida a partir de las leyes de Newton es:
m dv/dt = vesdm/dts+Fe
La expresión vesdm / dts+Fe es la fuerza de impulsión del cohete, de modo que podemos escribir:
Fi = vesdm / dts
Con estos antecedentes podemos concluir que si la fuerza de gravedad es constante, la velocidad final del cohete guarda relación con la velocidad de escape del gas y las masas primera y última del cohete:
vf = +ve ln (mi/mf) - gtc... que no es sino la ecuación de Tsiolkovski modificada, siendo tc el tiempo de combustión.
Esto dicho a la ligera, a medio galope y prácticamente de memoria.
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En fin, es hora de abandonar Mongo. Hace calor y la luz es extraordinaria. A poco de aquí una mano de amigos espera. Un puñado de voluntarioso amonedado pugna por salir del bolsillo. Callejeo y bromas y cerveza. Amo y pondero cada particularidad de Lisboa.
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CORRESPONDENCIAS:
physics today.org.- Eisenhower, scientists, and Sputnik.
SETI@Argentina.- ¿QUO VADIS HOMINIS "MONTADO EN UNA V2"...?
SPACE THEORETICIAN.- “THE FATHER OF RUSSIAN COSMONAUTICS” -KONSTANTIN TSIOLKOVSKI
GRUPO ASTRONOMICO SILOS.- La Prehistoria de la Era Especial
enciclopedia GER.- Cohetes
Don Gaiferos (el "don" es imprescindible)