sábado, agosto 18, 2007

De cuando las Elipses se reafirmaron en los cielos (I).

En principio la línea argumental de esta capillada pretendía ser antípoda de la que, mas abajo y si tenéis la amabilidad de seguir leyendo, veréis que refiero. Achacar la mudanza a la trinidad de costillas que con chulesco desapego pero considerable mala uva llevo fracturadas. ¡Malditos sean tales puntos geodésicos de dolor que no permiten ni una risa, ni un estornudo, ni un venturoso eructo!

Y nadie tome lo dicho como debilidad lisonjera; no lo es. Es sencillamente la reseña de un hecho incontestable. En verdad, este posante jamas se ha quejado de ningún alifafe; los lamentos difuminan la realidad y crean en el entorno desasosiego y cierta obscena pestilencia que mueve a la melancolía. Y la melancolía, mal que pese a los poetas desatinados y meones, no postula vida, sino que con su poso de indiferencia perpetua, genera una distracción mostrenca e insana que falsea la naturaleza real de las cosas. En ocasiones, señores, es preciso apostatar de los bellos enunciados. En fin, paciencia y a seguir bogando.

Hoy venia a contar una historia que fue cierta, aunque lamentablemente no empezara con el vigor narrativo de aquel romance que dice:



-Cuéntame una historia, abuela.
- Siglos ha que con gran saña,
por esa negra montaña
asomó un emperador.
Era francés y el vestido
formaba un hermoso juego:
capa de color de fuego
y plumas de azul color.



Hoy venia a largar sobre esos "especímenes de silicio gelificado" conocidos como geeks, de su cacharreia mayormente inútil, prescindible; hoy venia a hablar de su enigmática fijación por el Japón, a lo que parece significativo centro esotérico de peregrinación al que acudir, mansuetos y acriticos ellos, para que tenga lugar y sin equívocos esa gloriosa epifania que les identifique, de por vida, con su propia y neurótica fijación por los gaddgets de toda condición y pelaje. Pero los dichos tales, quelonidos para los que la innovación es partogenesis que no requiere de esfuerzo, sino de una sólida tarjeta de crédito y de una tienda en la que exhibirla con el correspondiente orgasmo, parece van a quedarse -proclamo dolorido ahora- con la cabal indiferencia con la que os les envuelvo y vendo: Sin critica alguna, sin tizona que les asiente los lomos y reduzca a cenizas los símbolos de su bobería. Tiempo habrá... Con lo dicho bien podréis comprender que considero al gremio o especie socialmente prescindible. La verdad: me exprimen las vísceras quienes hacen exhibición de naderías por el simple y radical hecho de poseer dinero.



Por cierto, rondando obligado y sin gusto entre ellos, se me mostró una monstruosa maquineta capaz de ¿predecir? - permítaseme el disparate- lo que duraría el olor del pedo de un enano en la Luna. Pero cada maquina vale lo que el operador que la maneja, no mas, y aun estoy esperando de cualquiera de aquellas animas siliciodigitalizadas hasta el disparate la respuesta de aquel problema de bachilleres que dice:



«Un can listo como el hambre aprendió a contar según un sistema de numeración en base 3. Traducía el animal cero por U, uno por G y dos por A. ¿A qué numero se refería cuando hacia GUAUGUAU?.»



Digo lo de siempre. Cierto que toda generalización acarrea injusticias, pero al mismo tiempo deja un poso de verdad que no debe rechazarse.... Vaaale, acabo; no gastare ni un gramo de pólvora mas en prolegómenos para la mayoría -y con razón- infumables. Decir sin embargo, por manifiesta necesidad, que la ruptura inapelable con la intención primera de esta capillada, tuvo origen en cierto prurito chulesco que me mantuvo, bailando sobre la punta de los pies, desde el punto y hora en el que tuve conocimiento de la opinión que estas avecillas (en el fondo no son mas que aburridos smurfs que fían la vida al ingenio de los demás) sobre las que vengo soltando leve y condescendiente plomo guardan sobre Japón. O sea que la almendra de lo que no fue consistía en un puro rebatir. En un decir nones a la visión de Japón que explicitan: superficial, pueril, de tramoya, coincidente con lo que los enanos amarillos quieren que veamos.



Argumentos para lo que nunca fue: Estuve mas tiempo y pase por allí casi antes de que ellos nacieran.- No puedo subir al desván y emperrarme en buscar los cientos de folios de mis impresiones.- Mil mas...



Me cansa escribir de pie. Dejo Palacio y me voy a "Libertonia"



Como continuación os hablare del señor Keplero... Acaso mañana... Seguro, oigan.



Don Gaiferos (el "don" es imprescindible)



Publicado por Don Gaiferos en 7:57 p. m. |  
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