jueves, enero 06, 2005
De la Severa Estupidez Pensionada
Reconozco, aunque esté lejos de lamentarlo, que la falta de tiempo a la que me somete el jodido trabajo consigue, en no pocas ocasiones, convertir a estas posadas en puro anacronismo. Desearía ser actual pero no puedo. Es el caso, por tal, que las notas que hoy en cualquier hotelucho tome sean, cuando aquí las plasme, como mozalbetas con el horoscopo entre eles a la deriva, tornadas en putarracas bubosas y enmohecidas... o, como dicho queda, en componedoras de a real de aquello que, en su día, al santo tirso ofrendaron. Y notas he arrojado a la basura, pero que muchas, en las que, a modo de chufla y con escarnio, reflejaba mi opinión sobre los últimos regates políticos que los tiempos han deparado. No voy a doblar ahora el espinazo para rescatarlas de la papelera. No lo necesito, se al dedillo de lo que trataban... Permitir que, con más prisa que criterio y a zancadas, haga un par de consideraciones de trámite sobre el tema.
Calzo ahora con recias botas camperas, me llego al albañal político que nos toca vivir y sufrimos, pinzome la nariz por no caer desvanecido, y escarbo con la memoria en el amplio plantel de flores del mal que crecen obscenamente jubilosas entre fango y excrementos. Escarbo, por ejemplo, en las ultimas elecciones norteamericanas, esas con las que prensa, radio y televisión nos han estado dando la barrila durante tantos y tantos días. Es curioso que siendo los comicios allí, en EEUU, fuera aquí donde los diéramos ambiente mediante estúpidos y risibles juegos de marionetas. ¡Joder, con que sospechosa pasión se adherían algunos medios a un determinado candidato! ¿Sería acaso porque el triunfo de este les absolvía de algún pecado pasado? En fin, que hasta que no finiquite estas líneas no me quitare la pinza de la nariz. A servidor igual le dan tirios que troyanos. Por no ser, servidor no es ni demócrata; en este país no..., me niego rotundamente a ser reconocido como tal. En otro lugar puede que tuviera por honor serlo, aquí, en España, reitero que no: Ni pondero ni admito una constitución de cumplido que junto a una monarquía harto sospechosa me metieron con un palo y miedo por el culo; no creo en un sistema electoral en el que el valor de los votos es fluctuante, pues su eficacia viene a depender de la circunscripción en la que se emita; no creo en la "partidocracia", que es lo que es España, donde el diputado que
Sigo con la rabieta, que acabo de oír que quienes deben de velar por la cosa publica se van a tomar, con dos cojones y sin nadie que les ladre, vacaciones hasta febrero. ¡Y quienes tan ricamente les pensionan trabajando como mulas! Asco, es la palabra.
Decía -o quería decir- que malos vientos soplaron para aquellos a quienes se les ensanchó la boca como zapatilla vieja al manifestar que, por mentir, el electorado nortaca castigaría al belicoso memo tejano en beneficio del merluzo con cara de palo típico de la ivy league. ¡Redios, como si el engaño no fuera el mayor patrimonio de quienes gobiernan! Con semejante vara de medir, a doce docenas (los demás no cuentan, son votos de conventículo, culos agradecidos, vileza y desidia, cuatreañados, numero y mierda) de los que aquí sientan sus reales debiéramos de privarles de oficio, reputación y crédito, ponerles en cepo, el culo al aire y con el oso que devoró a Favila a sus espaldas. Y cito a Favila porque aquí igual se miente que se coge a la historia por los güevos y se la hace decir blanco donde todo el mundo sabe que es negro. Pero esto tengolo por pecado venial, por soflama de delincuentes de barrio, por traición de quienes inventan agravios destinados al consumo de credulos y cortos de entendimiento. Ya digo, aquí hay cosas peores. Aquí se pisotean los derechos humanos y se categoriza a los ciudadanos en directa dependencia del lugar en el que nacen; así los españoles lo somos por divisiones, por sangre y geografía, o seguramente, tan trapacera es esta voraz carcoma, por la línea agnátatica que el azar nos dio o cualquier otra chorrada. Aquí a quienes han de velar por la justicia y la equidad se les toma por menos que a pito de sereno, se descojonan de ellos y, a las instituciones a que representan, se las alicata al gusto del vertedero de reheces que gobierne. Natural, que la grey trapisondista que nos toca, piensa antes en sus privilegiadas poltronas que en el discurrir cívico de aquellos a quienes con tan notable negligencia dicen servir. ¡Hostia, pero ojo, que a menos que seas una puta anomalía andante, malo como la tiña, raro como perro verde, hijo de aberraciones y hediondeces, o pescador de río revuelto, en un amén te difamaran y cerraran la boca, pues son pajarracos con las entretelas tan podridas que se alborotan como basiliscos en cuanto la critica les toca!. Luego están los que por agradar a quienes les jalean gastan lo que ni es suyo ni tienen; estos, luego gimotean cual plañideras, mascullan como bordelleras, amenazan y hacen lo que sea a fin de que porque las cuentas les cuadren nos metan gabela hasta por cagar bajo techado...
Soy estúpido. Acabo de caer en la cuenta de que este desaforado pero sincero exordio tiene a las elecciones norteamericanas (1) como punto de partida. Ni que no hubiera en este solar tela que cortar. Coño, pero si hasta leer la prensa más ortopraxica marea. Joder, que zarramplines con tan poca o nula vocación laboral nos gobierna. Pero dado que a todo zapia habido o por haber bien le toreo, por mi que sigan; sobre todo el casposo gineceo de cupo y el zapallo de exteriores, que son la avifauna con la que más risas gasto. Más con este ultimo, milagrero que al cursilindo y cansino zp va a estirar hasta hacerle capicúa, o sea zpz (zoquete pegado a zoquete, zoquete y medio por lo menos). Y callo, no sea que me contagia con su talante/talento y termine sumando con los dedos. Es Navidad empero, la niebla agota al día, me siento melancólico y, obsequioso, deseo para estos monstruos de la razón morcilla; morcilla como la que dejan los perros por las calles de Sevilla. Al fin y al cabo, señores, servidor, que no es muñidor de nadie, ni a favor de "idem" debe de hacer proselitismo o argumentar, se limita -por así decir- a tomar la navaja de Ocan entre los dientes y simplificar al máximo. Por cierto, dolorosa simplificación con la que pocos gustan retratarse. Igual me da: Los políticos profesionales y sus escribidores de cámara me pillan igual de lejos que su legendaria casa original, aquella que dicen los Evangelios (2) se encontraba en el camino de Jerusalén a Jericó y Khan el Hathrur (3) llevaba por nombre.
1.- Siempre he pensado que el desbarajuste de la política exterior norteamericana, con toda esa resaca de efectos que hasta en casa notamos, viene a la perfección explicitado (pese a los años y al cambio de "enemigo de ración") en el prologo de un librito de William J. Lederer intitulado «A NATION OF SHEEP», y traducido por Ramón Gil Novales como: «UNA NACION DE BORREGOS». Debo de tenerle bastante a mano, así que mientras que como un bocata le buscare y os pondré el discurso introductorio de marras.
Dicho y hecho:
PROLOGO
En los dos años y medio que han transcurrido desde la publicación de El americano feo, Eugene Burdick y yo hemos recibido más de ocho mil cartas. Dichas cartas nos han llegado desde todos los puntos del país y han sido escritas por gente de toda clase. Sin embargo, en su mayoría pertenecían a ciudadanos «corrientes» y, de una forma u otra, hacían las mismas preguntas: ¿Qué puede hacer el ciudadano medio, con respecto a la actitud de Estados Unidos en los asuntos internacionales? ¿Cómo puede el hombre de la calle evitar los errores que nos han llevado a ayudar a nuestros enemigos en extensas zonas del mundo, zonas en las que, hacía quince años, nuestra influencia era enorme y gozábamos de alta estimación?
Estas preguntas son inquietantes, y la verdad es que tanto el profesor Burdick como yo, en El americano feo, no hicimos más que insinuar las soluciones. El meollo del asunto reside en la causa de los errores, y la principal es la ignorancia, una tremenda ignorancia nacional de los hechos que ocurren en el resto del mundo. Una nación, o un individuo, no pueden funcionar bien a menos que comprenda y aproveche la verdad. Y puesto que Estados Unidos es una democracia, la respuesta a las preguntas formuladas en las cartas de nuestros lectores es que todos debemos estar mejor informados.
Como la mayoría de las soluciones sencillas, ésta es de difícil aplicación. Concretamente es difícil en Estados Unidos actualmente, ya que la verdad no se aprovecha ni con mucho. El propio Gobierno ignora con frecuencia los acontecimientos más evidentes que se desarrollan en otras naciones. La prensa está tan convencida de que l pueblo americano no desea conocer la cruda realidad de los asuntos internacionales, que su información es mera rutina, y esa falta de auténtica información ha hecho de Estados Unidos una nación de borregos - inquietos, pero demasiado apáticos e ignorantes para saber el motivo de su inquietud- que aceptan cualquier solución facilona, proporcionada por una fuente aparentemente mejor informada.
Este libro ha sido escrito con la convicción de que algo puede hacerse para mejorar nuestra situación, y que ese algo ha de hacerlo el ciudadano medio. Esta es, así lo espero, una útil respuesta a las preguntas planteadas en El americano feo.
W. J. LEDERER
Lowell House.
Cambridge, Massachusetts.
10 de diciembre de 1960.
2.- (Lucas X, 30-37)
3.- Etimológicamente "posada de los ladrones"