lunes, febrero 04, 2008

De Niebla y dos Raros.

Tengo buena proa: una nariz como escoplo que corta sin miramientos ese puré noveau-cuisine que es la niebla. Monto en bici (me gusta más el termino pedaleta), bien abrigado. Quedan bailabotes que aun se sorprenden del modo de locomoción sobre ruedas de mi preferencia.

- ¿Como "es que" vienes en bicicleta?

- Es que tras los impuestos que suelto en tu beneficio no me queda pa'más.

- ¡Serás cabrón!

- Pues eso...

He madrugado, y con tiempo por delante me he dedicado a buscar la receta de algún condumio decente en el “libro con tapas de abedul de mi bisabuela”. Hoy comen en casa mi amiga Astrid y su nieta de igual nombre. Mi amiga es danesa y traductora. Su nieta también es danesa, pero no se da a la traslación de lenguas porque tiene nueve años, la piel cuasi transparente, los ojos picando a grandes, tintados de un hermoso verde violáceo que recuerda a una aurora boreal, media melena, negra, que sorprende a propios y extraños por estar entreverada con lenguas de fuego... Un hermoso e incomprensible cabello el de la chavala. Pelos de bruja longobarda, dice su abuela. Un corrector dental que apenas se percibe se ve que la incomoda. Su padre se llama Claus, diseña muebles de oficina y se lleva bien conmigo. Claus es quien me mostró la Copenhague de quita y pon, la que es distinta de noche que de día. Claus colecciona libros sobre el arte de la pirotechnia y artillería; aunque en lo que más ingenio pone, lo tengo probado, es en el perfecto aparejo de moscas para pescar. A la pequeña Astrid le gusta mi casa y aun en dánico se entiende con mi gato. Cosas de felinos, digo yo.

Como se ve la valía de mis amigos es muestra de lo vario que es el mundo. Y es de la suma de sus miserias y grandezas de donde bebo y aprendo.

De cuando en cuando y atendiendo a criterios que me son del todo arcanos Astrid me envía algún libro. El ultimo lo he recibido hace apenas unos días, por Año Nuevo. Su titulo, Gesta Danorum; su autor Saxo Grammaticus, un danés del decimosegundo de los siglos que le daba a la péndola con vehemente fantasía. Con parecida frecuencia, y sin que ello sea de considerar como causa y efecto, me hace largas llamadas para inquirir mi opinión sobre algo que esta en camino de verter al castellano. Dice que la gramática es un juego muy holgado, que prefiere mis opiniones sobre lexicografía, sintaxis, fonética, prosodia y esas cosas antes que las de un casposo diccionario. Eso demuestra tres cosas: su bondad extrema, el cariño que me guarda y la cantidad de escrúpulos lingüísticos que los traductores concienzudos llevan en la cabeza.

¡Coño!; nada nuevo bajo el sol, colegas.

En la pesquisa que cura y barbero realizaron en la biblioteca de mi Señor don Alonso Quijano [Libro-I, Capitulo-VI], dice el pater, a propósito de la obra del poeta Ludovico Ariosto:

- Ni aun fuera bien que vos le entendiérades - respondió el cura* -; y aquí le perdonáramos al señor capitán que no le hubiera traído a España y hecho castellano; que le quitó mucho de su natural valor, y lo mesmo harán todos aquellos que los libros de verso quisieren volver en otra lengua: que por mucho cuidado que pongan y habilidad que muestren, jamás llegarán al punto que ellos tienen en su primer nacimiento.

* La replica es al barbero, quien había manifestado poseer un ejemplar semejante pero en italiano. Lo cual no le capacitaba para emitir juicio alguno, pues confiesa haber intentado leerlo sin entenderlo.

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¡¡¡Maldito fax, cuanto me toca los colgones!!!

... Nada sobresaliente. Veamos como lo suelto de una tacada: Es sobre las variantes de un moho utilizado para la producción industrial de un ácido orgánico implicado en la fabricación de la resina que acompaña al papel de embalar que ha de estar en contacto con alimentos... Si me da por ahí, recuerden que uno es propenso a la payasada libertaria, otro día lo contare al detalle.

Pongamos que estoy en el mercado:

Voy a preparar consome (morcillo de vaca, zanahorias, agua, puerros, despojo de gallinas, apio, huesos blancos, cebolla picada, pan tostado, huevos, aceite y cebolla tostada), perdices con uvas ( perdices, salchichas, trufas, un huevo, champiñones, zanahorias, cebolla, jerez, agua, pimienta en grano, uvas blancas, uvas negras y manteca) Babarua de naranja (naranjas, un limón, huevos, piña, nata, azúcar, cola de pescado, agua, mantequilla y cerezas confitadas). La manteca de cerdo y las uvas negras no han sido fáciles de conseguir. Y perdonen que no me extienda en las cantidades y modo de preparar la minuta, pues esto esto es un mero listado enumerativo.

Cierto, el fax me ha metido prisa y es de entender que marche un tanto atropellado. Igual me da; es lo bueno que tiene ser timonel y remero a la vez. Sigo:

A mercadear abastos con fundamento enseñome mi madre, dama tan ahorrativa como generosa inmunizada de nacimiento contra las garatusas antideportivas de los tenderos. No es malo, por demás, salir al albur de la vida con doctrina suficiente para evaluar la calidad de lo que uno se ha de llevar a la boca.

Abastado como el reglamento manda enfilo una calle sombría y angosta y meada, cuidando de sortear los filos asesinos de un centón de botellas rotas. Me muevo, sépanlo ustedes, en la ciudad mas sucia de Europa; en la comuna vecinal donde los guarros por excelencia nacen por generación espontanea. Tiene la ciudad timbre y gloria, escudo y un lema heroico larguisimo al que es de justicia añadir: “Y LA MAS COCHINA DE OCCIDENTE”. Veo poco y pedaleo con temor, de oído. Esta calle peatonal en concreto es como una autopista a la que se hubiese suprimido el peaje. Cuando tomo una rua encalcetada (calle estrecha con el firme de paves) la mochila baila enfadosa a mis espaldas. No hago caso del incordio con el que cargo, puesto que dos bocacalles mas allá está el bareto al que me dirijo: un antro que, pese a la roña y su mimetismo con el entorno, no deja de tener gracia y encanto.

En tanto amarro la pedaleta a una señal de trafico innecesaria creo ver, entre los puntales del andamiaje de un edificio en restauración, al señor "Destripador"; aunque acaso sea un canónigo que deja matutino y de tapadillo a su barragana. Cruzado mi particular Rubicón observo que la luz y el calor son los primeros signos del cambio. Gracias a quien mueve las ollas, a la hora y al precio del condumio el local esta casi lleno. Un vaso de vino y una cazuela de bacalati con pimientos y tomati van a ser los solazables fundamentos de mi pedido. Mientras espero a dictar la comanda me da por recordar aquellos cinco motivos que don WiKram, escribano de oficio del magistrado de Colmar allá por el siglo XVI, apuntó a la hora de beber vino en su «Art de boire»:

1.º L' arrivée d'un hôte.
La llegada de un huésped.

2.º La soif présente.
La sed presente.

3.º La soif future.
La sed futura.

4.º La bonté du vin.
Las excelencias del vino.

5.º Toute autre cause...
Cualquier otra razón...

Mientras como sentado a una de las pocas mesas libres observo que hay muchas caras conocidas: Una puta borracha de ultramar babea melancolía sobre lo que me parece un batido; cuando se la tercia dice a quien este a su lado: «Dass cisgarrro amoorr» «Pues claro, morena»; y si se lo dan lo guarda en un paquete arrugado. Dos taxistas cambalachean con unos embutidos que dicen ser sorianos. En la tele, abusiva en su volumen acústico, dicen no-se-qué sobre don Zapatucos el de las Mercedes. Unos esquiadores trasiegan pacharán y bollos. El ciego del puesto de la plaza de al lado reniega contra un carcamal que entrena a no se que equipo de "furtból". Un deficiente llega con los periódicos de la mañana; salta un troll de su asiento en la barra y se los quita de las manos. Deslumbra la pandilla basurilla cuando entra de naranja y amarillo; el conductor del camión me dirige un gesto de saludo; le conozco porque hace muchos años me servia gasóleo. Al remover los pies bajo la mesa doy con una caja de naipes,vacia; la cojo, y mientras la hago girar sobre la mesa pienso en un adivinanza para los colegas del bar: «A ver, bandarras, en los números entre uno y diez millones, ¿hay más números en los que aparece el numero 7, o números en los que no aparece?». Entra un cojo con una brazada de cebollas y ajos. Las tragaperras giran al tiempo que emiten mecánicos cantos de sirena; publico no les falta, y su estúpida vehemencia me trae a las mientes unos versos de Lope de Vega: «pues que lo paga, es justo / hablarle en necio para darle gusto», claro que el fénix de los ingenios se refería al ignorante vulgo que acudía al teatro. Los gemelos España llevan zampada media docena de huevos fritos por barba; están congestionados y sudan; cuando se pellizcan la camisa para separarla de la panza temo se despeloten y, en plan Pazzi*, salgan a revolcarse por la calle para refrescarse. Ruido de cacharreria caída tras la barra. Entra un municipal a decir algo a la pandilla basurilla; cuando sale observo que a duras penas puede con la parafernalia que le cuelga de la cintura. Pi el de los camiones me pide el cuchillo para cortar la cuerda de un paquete que acuna entre los brazos; echo la mano al bolsillo y le paso la navaja, pues desde los diez años toco con virtuisimo el cortante instrumento; uno que va con el y a quien no conozco hace gestos de asentimiento, se le ve hombre de campo y me comprende. Maruja (tira un pedo que ruja, bromean con ella) la estanquera se desembaraza a mis pies de una saca de tabaco; luego pide a gritos la llave de la maquina y me tira sobre la mesa un caramelo. Llegan los de la auto escuela y por lo que sea les abuchean; cosas del fútbol, creo yo. Dos jovencitas miran, husmean y acaban sentándose a mi lado; chocolate, zumo y churros es lo que comandan; aparto la mochila para que se encuentren mas cómodas y sonríen; una habla de liposucciones y la otra, indiferente, ojea tras colocarse unas gafas un texto de Keats, lo cual me sorprende y ha dado lugar a esta posada. Llega uno de mis hijos con el doctor Caballero; este acaba de finalizar su guardia, aquel viene a contarme una milonga que cuesta dinero...

* Pazzi, María Magdalena de; 1566-1607; canonizada en 1669. Una de aquellas excepcionales carmelitas visionarias tocadas por arrebatos místicos y patológicamente obsesionadas por la simbología de la sangre. María Magdalena (bautizada como Caterina) es fama que sufría tales ardores corporales, trasunto del consuntivo amor divino, que, no era raro se despelotase para arrojarse al agua helada. Era esta hija de Camilo Geri de Pazzi y de una Buendelmonti; o sea que la casta le venia de su famosa y conflictiva familia: güelfa y florentina. En 1478 su antepasado Francisco Pazzi liose la manta a la cabeza y metió hierro a Julián de Médicis: esto tuvo como agravante el haber ocurrido en Santa María del Fiore, durante la misa y en el momento en el que el celebrante alzaba el "copetín divino". El atentado tenia como objetivo a Lorenzo el Magnifico, y era una parte mas en el desarrollo de aquel correr de sangre que vino a llamarse “conjura de los Pazzi”.

El bacalati de mimo, como siempre.

- Mire usted, don Tarsicio, es que a mi el bacalao hasta con moscas.

- Será usted marrano...

- Según se mire, oiga; si hacemos cuenta de que en la tradición rabínica las moscas son los sueños de don Belzebú, pues un bacalati así ilustrado no deja de ser un gozo suplementado.

- Parece usted bobo, caballero.

- Que le den por el cu...

- ¡Oiga..!

- Tiene usted razón, lo lamento. Ha sido cosa de mi gusto por la libre expresión y de esta bocaza canalla que Dios me dio...

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Toca a estas alturas, mas que otra cosa para dar fe de la salud de mi cabeza, aparejar un dueto de poemas de los que guardo en el cartapacio de "Curiosos y Raros". Surgió la idea, ya lo he apuntado párrafos arriba, inmediatamente después de dejar aquella surrealista geografía de voces, tintorro, camaradería fingida, fritangas y bacalati con tomati, espoleada la imaginación, justo es reconocerlo, por una pulcra e inusual lectora de poesía. A ella y a quienes se dan sin complejos al placer de la lectura, dedico esta capillada.

Escribe Camilo José Cela:

En la Caja de Ahorros Provincial de Málaga se conserva el archivo de don Narciso Díaz de Escobar. En el figura la carta que le dirige el poeta Salvador Rueda con fecha 4 de abril de 1887 y que contiene, firmado por Un Follador, el soneto El cohito (sic) que copio a continuación:

Tras el flotante y blanco cortinaje

que oculta el lecho como dulce nido,

un ardiente galán, de amor rendido,

tributa a una hermosura vasallaje.

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Sacándose la polla con coraje

a la dama la enseña enardecido;

y alzándole las orlas del vestido

la provoca con lúbrico lenguaje.

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En el lecho en que amantes se embelesan,

sus lenguas sonrosadas se entrelazan:

y aquel incendio del amor lo expresan

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cuatro brazos convulsos que se abrazan,

cuatro labios ardientes que se besan,

y un cipote y un coño que se enlazan.

Don Ildefonso-Manuel Gil escribió en 1950 a propósito de un poema inédito de Zorrilla:

Debió ser buena, para los espectaculares poetas de entonces, la existencia de un salón donde pavonearse y en ocasiones merendar...

[...]

Valioso elemento auxiliar de la estrategia femenina y ornamento gracioso de aquellos salones fue el abanico. Y como tal no sólo fue cantado por los poetas, sino frecuentemente ennoblecido con sus versos autógrafos. Y en uno de estos bellos abanicos es donde he visto unos versos inéditos de Zorrilla...

[...]

Contaba ya el poeta sus sesenta y siete años cuando escribió estos versos. Faltaban menos de nueve para su muerte y estaba por aquellos días en plena gloria concretada en homenajes públicos, que llegaron hasta la inauguración del teatro Zorrilla en su Valladolid natal. Nos cuenta don Narciso Alonso Cortés en su monumental obra sobre la vida y las obras del poeta, que desde su regreso a Valladolid, el 21 de septiembre de 1884, hasta el 31 de octubre, en que se inauguró el teatro de su nombre, Zorrilla fue aclamado y admirado en actos públicos y en reuniones particulares. Cita como ejemplares las celebradas en los salones de los condes de Oliva. Quizá en una de ellas fue solicitado este este autógrafo y tantos más, que sabe Dios dónde andarán.

[...]

A RAFAELA

¡Rafaela de mi alma, tú desvarias!

¿Quién ya estima en el mundo mis poesias?

Yo no me explico

Que leer mis versos quieras en tu abanico.

Mas esclava de de tu alma mi alma se siente:

tú mandas, yo obedezco: ten, pues, presente

que estas endechas

Para serte ofrecidas sólo están hechas.

Yo no escribo ya versos: ya no me inspira

mi muerta fe, y mi musa rompió su lira.

De tu abanico

no obstante, Rafaela, préstame un pico,

y lee en él: " pues que versos mios deseas

por tu afán generoso bendita seas,

y al aire leve

de tu abanico al alma la paz te lleve.

Hoy en tu alma tan sólo cabe el intento

de volver mis endechas a dar al viento:

y así me explico

que las prestes el aire de tu abanico.

Cuanto Dios de su palma soporta encima

no es mas bello que el alma que a ti te anima:

de tu alma hermosa

igual a la hermosura no existe cosa.

De tu abanico el aire la faz te arome,

y en él de tu alma efluvios la mía tome,

¡ves que edifico

castillos en el aire de tuabanico!"

"Dios de estos pobres versos que en él te escribo

haga de tus pesares el lenitivo,

y cuando orées

tu faz con ellos, logres cuanto desees.

¡Adios! - Ojalá lleven en su escritura

de Dios las bendiciones y la ventura!"

Yo le suplico

que un talismán te haga de este abanico.

(Valladolid, 24 de octubre de 1884)

JOSÉ ZORRILLA.

Apostilla también el señor Gil:

Estos versos no enriquecerán demasiado la obra editada de su autor, pero tampoco la empobrecerán, pues hay en ella muchas, muchisimas tiradas de versos bastante peores...

Y Rafaela contenta como unas Pascuas. He dicho.

Don Gaiferos (el "don" es imprescindible)