viernes, junio 13, 2003
Astronomía popular en el Quijote.
Astronomía popular en el Quijote.
Cuando días atrás escribí "Paradoja Cervantina", naturalmente hube de consultar el Quijote. Poseo varios ejemplares, aunque con el que habitualmente batallo es un tocho encuadernado en tela, recio de papel, que no basto, amigable de letra y sensatamente anotado; este ejemplar luce muy subrayado y fieramente anotado con impresiones propias. Una birria, vamos. En fin, que una vez tomadas las notas pertinentes, y como no podía ser de otro modo, eché un buen rato hojeando/ojeando los múltiples capítulos del libraco. Y fue en este espigar al azar, cuándo advertí que hubo un tiempo en el que, por motivos que hasta ahora se me escapan, subrayé algunos pasajes referentes a astronomía. De entre todos ellos he escogido uno, el que consideré que más al pelo nos venía a todos, para intentar explicar, en las líneas que siguen y desde mis paupérrimos conocimientos astronómicos su significado.
Parte I, Capítulo XX: "De la jamás vista ni oída aventura que con más poco peligro fue acabada de famoso caballero en el mundo, como la que acabó el valeroso don Quijote de la Mancha"
Es Sancho Panza quién habla, tratando de convencer a don Quijote para que demore una de sus alucinantes aventuras: ... que, a lo que a mí me muestra la ciencia que aprendí cuando era pastor, no debe de haber desde aquí al alba tres horas, porque la boca de la bocina está encima de la cabeza, y hace la media noche en la línea del brazo izquierdo.
La Bocina, Osa Mayor o Carro (compuesta por siete estrellas, cuatro que forman cuadrilátero y las otras tres un arco de circulo que parte de uno de los vértices del mismo cuadrilátero, semejando en conjunto un "carro" sin ruedas") es archiconocida. Es también la más fácil de hallar y reconocer, pues pertenece a las constelaciones circumpolares; en nuestra latitud geográfica (en la de don Quijote debería de haber dicho) permanece invariable sobre el horizonte mientras realiza su revolución de 24 horas en torno a la estrella Polar. Como la lógica indica, su aparición varía de un equinoccio a otro: En primavera aparece por las noches en el Cenit, sobre nuestras cabezas, y en los meses de verano la encontraremos al noroeste, con la lanza del carro apuntando hacia lo alto. En otoño alcanza de nuevo su posición más baja sobre el horizonte norte en las horas vespertinas, y en invierno en el nordeste, con la lanza del carro inclinada. Mediante los correspondientes alineamientos (líneas de enlace imaginarias entre estrellas), el carro puede ayudarnos a encontrar otras estrellas y constelaciones. Mediante el trazado ideal de una línea que pase por las dos estrellas traseras del "Carro", a cinco veces la distancia que separa ambas estrellas se encuentra la estrella Polar, que pertenece a la Osa Menor.
Esta línea de enlace conforma en el cielo una gigantesca manecilla de reloj que permite averiguar, con cierta "aproximación", la hora en las noches despejadas. Para tal basta imaginar la esfera celeste dividida en 24 horas numeradas en sentido contrario al de las agujas del reloj convencional, pues el Carro se mueve en torno a la estrella Polar en sentido inverso al de un indicador horario normal.
Si el indicador apunta hacia arriba, entonces son las 0 horas; si a la izquierda, las 9; hacia abajo, las 12, y hacia la derecha las 18. Con todo, esta regla no es valida para todo el año, sino solo para el 6 de marzo. En todos los demás días, o noches, se deben efectuar sobre la hora leída en el cielo determinadas correcciones que, aun en el mismo hemisferio, varían localmente. Mediante la premisa de que cada día que transcurra a partir del 6 de marzo nuestro particular reloj adelantara 4 minutos (una hora cada 15 días y 2 horas al mes), existen sencillos métodos de calculo para ajustar la hora aparente a la real. Pero veo muy improbable, por no decir imposible, que este fuese el método empleado por Sancho; a tenor de sus palabras:"porque la boca de la bocina está encima de la cabeza, y hace la media noche en la línea del brazo izquierdo", tiendo a pensar que utilizaría algún método tradicional, propio de su terruño, en el que la posición del observador, no sé si fija o variable para cada estación o mes del año, era la llave para la consecución de la hora.
Sigo: La verdad es que con tan pocas referencias textuales estoy confuso: Será porque siendo lego en algo, no hay cosa más patética que entrometerse en ello. Pero yo no escribo aquí para dar doctrina ni esculpir verdades, sino para entretener, y, en ultima instancia, para poner a las mentes en el camino de las ideas. Quién quiera más, que de su "pecunio" salga.
Sigamos con nuestro maese Quijote y su adlatere: Acaso Sancho se orientara para su escrutinio mediante la Osa Menor (Constelación boreal de forma semejante a la de la Osa Mayor, pero menor - pequeño carro - y con disposición inversa y estrellas menos brillantes, una de las cuales, la más separada del cuadrilátero, como ya dije, es la estrella Polar; las dos estrella que forma los bordes del "pequeño" carro fueron llamadas "guardianas del Polo", Guardas), al modo de los navegantes. La Osa Menor (en el Hemisferio Norte) también efectúa un giro alrededor de la Polar una vez cada veinticuatro horas, así que sabiendo donde se encuentran las Guardas a medianoche, se puede saber la hora como si de un reloj se tratara. Para ello, basta imaginar la figura de un hombre en cuyo vientre se sitúa la estrella Polar, cuyos brazos señalaran el Este y el Oeste, y cuyos hombros marcaran el Norte y el Noroeste. Al pasar la estrella de una de las posiciones descritas a otra, en el curso de -aproximadamente- tres horas se podía saber la hora si se conocía su posición en la medianoche de ese día, para lo cual, como ya he indicado, Sancho debía de contar con recursos locales.
Quiero recordaros que los siglos de Cervantes, XVI y XVII, fueron capitales para la ciencia en general. Hacia el final del siglo XVI las investigaciones matemáticas empezaron a roturar nuevos campos, y pocos años después las ideas al uso en la Mecánica y en la Física se ciñeron a la practica empírica. Todo esto ocurrió de modo simultáneo e independientemente en diversos puntos del occidente de Europa; y la imprenta, la generalización del latín (lengua franca entre sabios) y la mejora sustancial de las redes viarias favorecieron en gran medida la propagación de las nuevas ideas.
NOTA IMPORTANTE: Estas "posadas" (me gusta más el termino "posada" que el de "post") están hechas a propósito para los lectores de P@nurg@d@s, boletín informativo de fractales.org; lo cual que siendo, tanto una cosa como la otra fruto único de la afición, por falta material de tiempo, me haya visto en la tesitura de elegir entre una y otra. Por inmediatez he escogido este nuevo método, aunque P@nurg@d@s no desaparezca, puesto que cada cierto tiempo pienso enviaros una recopilación de las "posadas" que vaya elaborando.
Y se acabó la literatura por el momento. A partir de esta "posada" ciencia y buenos enlaces en cantidad.
Ser felices.
Cuando días atrás escribí "Paradoja Cervantina", naturalmente hube de consultar el Quijote. Poseo varios ejemplares, aunque con el que habitualmente batallo es un tocho encuadernado en tela, recio de papel, que no basto, amigable de letra y sensatamente anotado; este ejemplar luce muy subrayado y fieramente anotado con impresiones propias. Una birria, vamos. En fin, que una vez tomadas las notas pertinentes, y como no podía ser de otro modo, eché un buen rato hojeando/ojeando los múltiples capítulos del libraco. Y fue en este espigar al azar, cuándo advertí que hubo un tiempo en el que, por motivos que hasta ahora se me escapan, subrayé algunos pasajes referentes a astronomía. De entre todos ellos he escogido uno, el que consideré que más al pelo nos venía a todos, para intentar explicar, en las líneas que siguen y desde mis paupérrimos conocimientos astronómicos su significado.
Parte I, Capítulo XX: "De la jamás vista ni oída aventura que con más poco peligro fue acabada de famoso caballero en el mundo, como la que acabó el valeroso don Quijote de la Mancha"
Es Sancho Panza quién habla, tratando de convencer a don Quijote para que demore una de sus alucinantes aventuras: ... que, a lo que a mí me muestra la ciencia que aprendí cuando era pastor, no debe de haber desde aquí al alba tres horas, porque la boca de la bocina está encima de la cabeza, y hace la media noche en la línea del brazo izquierdo.
La Bocina, Osa Mayor o Carro (compuesta por siete estrellas, cuatro que forman cuadrilátero y las otras tres un arco de circulo que parte de uno de los vértices del mismo cuadrilátero, semejando en conjunto un "carro" sin ruedas") es archiconocida. Es también la más fácil de hallar y reconocer, pues pertenece a las constelaciones circumpolares; en nuestra latitud geográfica (en la de don Quijote debería de haber dicho) permanece invariable sobre el horizonte mientras realiza su revolución de 24 horas en torno a la estrella Polar. Como la lógica indica, su aparición varía de un equinoccio a otro: En primavera aparece por las noches en el Cenit, sobre nuestras cabezas, y en los meses de verano la encontraremos al noroeste, con la lanza del carro apuntando hacia lo alto. En otoño alcanza de nuevo su posición más baja sobre el horizonte norte en las horas vespertinas, y en invierno en el nordeste, con la lanza del carro inclinada. Mediante los correspondientes alineamientos (líneas de enlace imaginarias entre estrellas), el carro puede ayudarnos a encontrar otras estrellas y constelaciones. Mediante el trazado ideal de una línea que pase por las dos estrellas traseras del "Carro", a cinco veces la distancia que separa ambas estrellas se encuentra la estrella Polar, que pertenece a la Osa Menor.
Esta línea de enlace conforma en el cielo una gigantesca manecilla de reloj que permite averiguar, con cierta "aproximación", la hora en las noches despejadas. Para tal basta imaginar la esfera celeste dividida en 24 horas numeradas en sentido contrario al de las agujas del reloj convencional, pues el Carro se mueve en torno a la estrella Polar en sentido inverso al de un indicador horario normal.
Si el indicador apunta hacia arriba, entonces son las 0 horas; si a la izquierda, las 9; hacia abajo, las 12, y hacia la derecha las 18. Con todo, esta regla no es valida para todo el año, sino solo para el 6 de marzo. En todos los demás días, o noches, se deben efectuar sobre la hora leída en el cielo determinadas correcciones que, aun en el mismo hemisferio, varían localmente. Mediante la premisa de que cada día que transcurra a partir del 6 de marzo nuestro particular reloj adelantara 4 minutos (una hora cada 15 días y 2 horas al mes), existen sencillos métodos de calculo para ajustar la hora aparente a la real. Pero veo muy improbable, por no decir imposible, que este fuese el método empleado por Sancho; a tenor de sus palabras:"porque la boca de la bocina está encima de la cabeza, y hace la media noche en la línea del brazo izquierdo", tiendo a pensar que utilizaría algún método tradicional, propio de su terruño, en el que la posición del observador, no sé si fija o variable para cada estación o mes del año, era la llave para la consecución de la hora.
Sigo: La verdad es que con tan pocas referencias textuales estoy confuso: Será porque siendo lego en algo, no hay cosa más patética que entrometerse en ello. Pero yo no escribo aquí para dar doctrina ni esculpir verdades, sino para entretener, y, en ultima instancia, para poner a las mentes en el camino de las ideas. Quién quiera más, que de su "pecunio" salga.
Sigamos con nuestro maese Quijote y su adlatere: Acaso Sancho se orientara para su escrutinio mediante la Osa Menor (Constelación boreal de forma semejante a la de la Osa Mayor, pero menor - pequeño carro - y con disposición inversa y estrellas menos brillantes, una de las cuales, la más separada del cuadrilátero, como ya dije, es la estrella Polar; las dos estrella que forma los bordes del "pequeño" carro fueron llamadas "guardianas del Polo", Guardas), al modo de los navegantes. La Osa Menor (en el Hemisferio Norte) también efectúa un giro alrededor de la Polar una vez cada veinticuatro horas, así que sabiendo donde se encuentran las Guardas a medianoche, se puede saber la hora como si de un reloj se tratara. Para ello, basta imaginar la figura de un hombre en cuyo vientre se sitúa la estrella Polar, cuyos brazos señalaran el Este y el Oeste, y cuyos hombros marcaran el Norte y el Noroeste. Al pasar la estrella de una de las posiciones descritas a otra, en el curso de -aproximadamente- tres horas se podía saber la hora si se conocía su posición en la medianoche de ese día, para lo cual, como ya he indicado, Sancho debía de contar con recursos locales.
Quiero recordaros que los siglos de Cervantes, XVI y XVII, fueron capitales para la ciencia en general. Hacia el final del siglo XVI las investigaciones matemáticas empezaron a roturar nuevos campos, y pocos años después las ideas al uso en la Mecánica y en la Física se ciñeron a la practica empírica. Todo esto ocurrió de modo simultáneo e independientemente en diversos puntos del occidente de Europa; y la imprenta, la generalización del latín (lengua franca entre sabios) y la mejora sustancial de las redes viarias favorecieron en gran medida la propagación de las nuevas ideas.
NOTA IMPORTANTE: Estas "posadas" (me gusta más el termino "posada" que el de "post") están hechas a propósito para los lectores de P@nurg@d@s, boletín informativo de fractales.org; lo cual que siendo, tanto una cosa como la otra fruto único de la afición, por falta material de tiempo, me haya visto en la tesitura de elegir entre una y otra. Por inmediatez he escogido este nuevo método, aunque P@nurg@d@s no desaparezca, puesto que cada cierto tiempo pienso enviaros una recopilación de las "posadas" que vaya elaborando.
Y se acabó la literatura por el momento. A partir de esta "posada" ciencia y buenos enlaces en cantidad.
Ser felices.