jueves, junio 19, 2003
Satélites artificiales
De lo inadvertido que pulula sobre nuestras cabezas.
El espacio circunterrestre se está convirtiendo en un patio de colegio, tal es el número de artefactos de manufactura humana que sin desaliento giran sobre nuestras cabezotas. Se dice, y no sin razón, que si un hipotético astrónomo residente en Júpiter apuntara su telescopio hacia nuestro modesto planeta, descubriría algo muy parecido a un "tiovivo", un anillo artificial constituido -en poco más de cuarenta años- por gran número de satélites activos e inactivos, fragmentos de cohetes, un montón de restos más pequeños, la basura y mierda dejada por los astronautas, piezas de todo tamaño y genero perdidas, un par de botellas de cocacola y un póster del Che Guevara.
Esta manía de colgar del cielo objetos artificiales que tantas páginas de prensa ha llenado, data experimentalmente de octubre de 1957 -"Año Geofísico Internacional"-, cuando la Unión Soviética lanzó el "Sputnik-1" (este abuelo de los satélites artificiales logró circuir el globo terrestre en aproximadamente hora y media), seguido por el del "Sputnik-2" en noviembre del mismo año. La competencia, es decir los EE.UU., sufrió un estrepitoso fracaso al intentar poner en órbita un "Vanguard", aunque poco después, el 31 de enero de 1958, cagaitos de vergüenza y miedo, alcanzaran el éxito al lograr colocar en órbita su tan necesario y deseado primer satélite, impulsado, esta vez, por un cohete Júpiter proyectado por el "chaquetero" Werner von Braun. Se trataba del "Explorer-1", que equipado con dos detectores de micrometeoritos y un contador Geiger ideado para acusar la presencia de partículas cargadas eléctricamente, condujo al descubrimiento del cinturón de radiación de Van Allen. La más que cantada replica soviética -en iguales términos científicos- tuvo lugar el 15 de mayo de 1958, con el lanzamiento del Sputnik-3, destinado a investigar la composición de la alta atmósfera, el flujo de micrometeoritos, la concentración de partículas de carga y bla, bla, bla...
A cada uno de estos lejanos artefactos le debemos seguramente una pizca más de conocimiento: Unos nos han ayudado a entender las características físicas de nuestro entorno planetario; otros han escudriñado las remotas regiones que se hallan entre las estrellas, poniendo de manifiesto cuán insignificante es el planeta en que vivimos, y en qué medida nos hallamos interrelacionados con el Cosmos. Les hay que con su polifémico ojo puesto en la casa que les vio partir reportan información sobre los recursos naturales ocultos en el subsuelo y en los océanos, o revelan la compleja mecánica que tiene lugar en nuestra atmósfera. Algunos nos son tan trivialmente cotidianos como cualquier electrodoméstico. Ahí están los satélites meteorológicos, aconsejándonos si quedar en casa o salir de merienda, y los de telecomunicaciones, que permiten el dialogo cuasi-instantáneo entre puntos intercontinentales.
Por joder, como es su inveterada costumbre, también rumbea por ahí una ingente cantidad de chatarra puesta en órbita por los militares. Tales controlan los movimientos de las fuerzas ¿enemigas?, detectan y siguen lanzamientos de misiles, de huesos de aceituna o de lo que sea, captan ensayos nucleares y ponen la oreja a las conversaciones de las vecinas de mi barrio...
RECAPITULANDO:
Una clasificación bastante exacta de los satélites artificiales puede ser la siguiente:
- Satélites Meteorológicos.
- Satélites de Exploración de Recursos Naturales.
- Satélites de Navegación.
- Satélites de Telecomunicaciones.
- Satélites Militares
Telecomunicaciones.
Alarma avanzada.
Detección nuclear.
Vigilancia oceánica.
Antisatélites.
Reconocimiento.
Meteorología.
- Satélites Científicos:
Atmosféricos.
Geodésicos.
Biológicos.
Espaciales.
- Satélites Tecnológicos (Llamo así a aquellos que se lanzan para la experimentación de nuevas tecnologías aplicables a los anteriores. En estos también pueden experimentarse nuevos combustibles)
Un magnifico trabajo para entender la mecánica satelital es el de jorge moscoso sánchez en monografias.com
"Esencialmente, un satélite es un repetidor de radio en el cielo (transponder). Un sistema de satélite consiste de un transponder, una estación basada en tierra, para controlar el funcionamiento y una red de usuario, de las estaciones terrestres, que proporciona las facilidades para transmisión y recepción de tráfico de comunicaciones, a través del sistema de satélite. Las transmisiones de satélites se catalogan como bus o carga útil. La de bus incluye mecanismos de control que apoyan la operación de carga útil. La de carga útil es la información del usuario que será transportada a través del sistema..."
Teoría básica de satélites, Indice resumido:
1.- Velocidad de la órbita.
2.- Periodo de la órbita.
3.- Comunicación por satélites.
4.- Clasificaciones orbitales, espaciamiento y asignaciones de frecuencia.
5.- Modelos de enlace del sistema satelital.
6.- Inmarsat y otros sistemas de satélites.
7.- Dispositivos de microondas.
8.- Transmisión sin cables.
9.- Estructura general de un radioenlace por microondas.
Más sobre todo este lio volandero.
Y con esto y un bizcocho, hasta otro día a las ocho.
El espacio circunterrestre se está convirtiendo en un patio de colegio, tal es el número de artefactos de manufactura humana que sin desaliento giran sobre nuestras cabezotas. Se dice, y no sin razón, que si un hipotético astrónomo residente en Júpiter apuntara su telescopio hacia nuestro modesto planeta, descubriría algo muy parecido a un "tiovivo", un anillo artificial constituido -en poco más de cuarenta años- por gran número de satélites activos e inactivos, fragmentos de cohetes, un montón de restos más pequeños, la basura y mierda dejada por los astronautas, piezas de todo tamaño y genero perdidas, un par de botellas de cocacola y un póster del Che Guevara.
Esta manía de colgar del cielo objetos artificiales que tantas páginas de prensa ha llenado, data experimentalmente de octubre de 1957 -"Año Geofísico Internacional"-, cuando la Unión Soviética lanzó el "Sputnik-1" (este abuelo de los satélites artificiales logró circuir el globo terrestre en aproximadamente hora y media), seguido por el del "Sputnik-2" en noviembre del mismo año. La competencia, es decir los EE.UU., sufrió un estrepitoso fracaso al intentar poner en órbita un "Vanguard", aunque poco después, el 31 de enero de 1958, cagaitos de vergüenza y miedo, alcanzaran el éxito al lograr colocar en órbita su tan necesario y deseado primer satélite, impulsado, esta vez, por un cohete Júpiter proyectado por el "chaquetero" Werner von Braun. Se trataba del "Explorer-1", que equipado con dos detectores de micrometeoritos y un contador Geiger ideado para acusar la presencia de partículas cargadas eléctricamente, condujo al descubrimiento del cinturón de radiación de Van Allen. La más que cantada replica soviética -en iguales términos científicos- tuvo lugar el 15 de mayo de 1958, con el lanzamiento del Sputnik-3, destinado a investigar la composición de la alta atmósfera, el flujo de micrometeoritos, la concentración de partículas de carga y bla, bla, bla...
A cada uno de estos lejanos artefactos le debemos seguramente una pizca más de conocimiento: Unos nos han ayudado a entender las características físicas de nuestro entorno planetario; otros han escudriñado las remotas regiones que se hallan entre las estrellas, poniendo de manifiesto cuán insignificante es el planeta en que vivimos, y en qué medida nos hallamos interrelacionados con el Cosmos. Les hay que con su polifémico ojo puesto en la casa que les vio partir reportan información sobre los recursos naturales ocultos en el subsuelo y en los océanos, o revelan la compleja mecánica que tiene lugar en nuestra atmósfera. Algunos nos son tan trivialmente cotidianos como cualquier electrodoméstico. Ahí están los satélites meteorológicos, aconsejándonos si quedar en casa o salir de merienda, y los de telecomunicaciones, que permiten el dialogo cuasi-instantáneo entre puntos intercontinentales.
Por joder, como es su inveterada costumbre, también rumbea por ahí una ingente cantidad de chatarra puesta en órbita por los militares. Tales controlan los movimientos de las fuerzas ¿enemigas?, detectan y siguen lanzamientos de misiles, de huesos de aceituna o de lo que sea, captan ensayos nucleares y ponen la oreja a las conversaciones de las vecinas de mi barrio...
RECAPITULANDO:
Una clasificación bastante exacta de los satélites artificiales puede ser la siguiente:
- Satélites Meteorológicos.
- Satélites de Exploración de Recursos Naturales.
- Satélites de Navegación.
- Satélites de Telecomunicaciones.
- Satélites Militares
Telecomunicaciones.
Alarma avanzada.
Detección nuclear.
Vigilancia oceánica.
Antisatélites.
Reconocimiento.
Meteorología.
- Satélites Científicos:
Atmosféricos.
Geodésicos.
Biológicos.
Espaciales.
- Satélites Tecnológicos (Llamo así a aquellos que se lanzan para la experimentación de nuevas tecnologías aplicables a los anteriores. En estos también pueden experimentarse nuevos combustibles)
Un magnifico trabajo para entender la mecánica satelital es el de jorge moscoso sánchez en monografias.com
"Esencialmente, un satélite es un repetidor de radio en el cielo (transponder). Un sistema de satélite consiste de un transponder, una estación basada en tierra, para controlar el funcionamiento y una red de usuario, de las estaciones terrestres, que proporciona las facilidades para transmisión y recepción de tráfico de comunicaciones, a través del sistema de satélite. Las transmisiones de satélites se catalogan como bus o carga útil. La de bus incluye mecanismos de control que apoyan la operación de carga útil. La de carga útil es la información del usuario que será transportada a través del sistema..."
Teoría básica de satélites, Indice resumido:
1.- Velocidad de la órbita.
2.- Periodo de la órbita.
3.- Comunicación por satélites.
4.- Clasificaciones orbitales, espaciamiento y asignaciones de frecuencia.
5.- Modelos de enlace del sistema satelital.
6.- Inmarsat y otros sistemas de satélites.
7.- Dispositivos de microondas.
8.- Transmisión sin cables.
9.- Estructura general de un radioenlace por microondas.
Más sobre todo este lio volandero.
Y con esto y un bizcocho, hasta otro día a las ocho.